Los Llanos II
Desde finales del siglo XIX al ¡Salvemos Los Llanos!

Contar la historia de Los Llanos en el siglo XX y XXI es hablar de los intentos de urbanizarlo, y del movimiento ciudadano que se opuso con éxito y aún sigue luchando contra las agresiones que recibe. En este reportaje relataré las tentativas de construir en ellos desde principios del siglo XX hasta que desapareció el peligro de que se levantaran viviendas en San Benito. En otra ocasión trataré sobre el intento de hacer en el parque un polideportivo, y sobre la batalla que otros compañeros desarrollan para que no se edifique un almacén en la huerta del citado convento.


Postal del Paseo de Los Llanos a principios del siglo XX. Al fondo se aprecia la plataforma o kiosco que se habilitó para que tocara la banda de música. Imagen cortesía de Javier Pegenaute.

En una monografía elaborada por el gabinete de arquitectura Bihar-Talde en los primeros años de la democracia, se dice que «Los Llanos se han convertido en el espacio más conflictivo de todo el urbanismo navarro. Los Llanos resumen la contradicción entre los movimientos ciudadanos y la propiedad privada del suelo. Los Llanos ya tienen su mártir, un propietario que murió de infarto de miocardio tras una tensa asamblea (creo que el dato no es correcto). El "Salvemos Los Llanos" (...) es un grito y una pegatina reciente, pero de hecho la presión sorda de la opinión pública durante muchos años ha defendido Los Llanos como algo intocable (...). La voluntad del pueblo había ido impidiendo a los sucesivos Ayuntamientos que aplicasen los sucesivos trazados de calles y Planes que, en número mayor de cinco, se han hecho desde principios de siglo sobre la zona de Los Llanos».

Y «los alcaldes se vieron obligados a respetar una aspiración latente que durante el franquismo se manifestaba de boca a oreja», porque, como dijo el alcalde Miguel Lanz, «Los Llanos son intocables».

Afirmación -digo yo- que deberían interiorizar los políticos que ahora intentan levantar nuevos edificios en el interior del parque, y ante los cuales, nuevamente, se alza un sector de la ciudadanía. Pero sigamos un orden cronológico.


Hay árboles madrugadores, que con sus tonalidades ocres anticipan la proximidad del invierno.

A principios del siglo XX la existencia del paseo discurría sin sobresaltos, y pronto se construyó un pequeño kiosco para que desde él, con sus acordes, la banda local y la del acuartelamiento militar amenizaran la vida ciudadana en las calurosas tardes del verano. En la primavera, cuando la hierba crecía en exceso, los soldados la segaban para dar de comer a sus mulos. En las huertas se enterraban las basuras y los escombros después de extraer las gravas, y, cuando alcanzaban el desarrollo adecuado, se cortaban los chopos de la ribera para aliviar con su venta la hacienda municipal.

En 1924, con motivo del V Centenario de Fray Diego se sacó a concurso un monumento que recordara su figura. Se eligió entre las propuestas presentadas, y se pensó ponerlo en el paseo, porque «en el lugar denominado Media Luna haría converger todas las miradas en toda la hermosa avenida que delante de él se extendería».

El alcalde Ricardo Polo (muchos lo consideran el mejor que ha tenido la ciudad), amante de Los Llanos, para que los vecinos colaboraran en su cuidado colocó en sus accesos carteles que decían: «Estos árboles, que son de todos, al cuidado de todos se confían».

En aquella época, sin TV, con escasas oportunidades y pocos alicientes, las tardes de los domingos se paseaba mucho, pero según cuenta José Torrecilla en unas memorias inéditas, «El paseo en Estella giraba alrededor de la plaza de los Fueros, y muy poco en Los Llanos, que era el paseo usual -y diario- del cura, el secretario, el maestro y pocos más».

Pero fuera invierno o verano, el que podía se adentraba con su amiga en la penumbra de los atardeceres, e intentaba satisfacer su impulso sexual a base de manitas y besos.


Planos del ingeniero Ángel Arbex (el año 1907 ejecutó el proyecto de traída de aguas elaborado por Serapio Huici), firmados el 10 de agosto de 1910, con su propuesta para urbanizar las huertas de Los Llanos. A la izquierda, el parcelario con el nombre del propietario y la superficie de su parcela; a la derecha, su propuesta. Podemos ver que en su afán por cuadricularlo no respeta ni conventos ni paseo.

Resumiendo: Los Llanos, ajenos a la especulación y al desarrollo urbano, llevaban una apacible existencia, similar a la del pasado. Pero conforme avanza el siglo llegan los aires modernos y, con ellos, los problemas.

Del primer intento de urbanizarlo para hacer en las huertas un ensanche con anchas calles perpendiculares al estilo de los que se proyectaban en las capitales de provincia, sólo queda en el archivo municipal un doble plano, firmado el 10 de agosto de 1910 por el ingeniero Ángel Arbex (este apellido puede no ser correcto, pues su lectura es dudosa). No conozco que haya documentación complementaria, ni me constan los motivos por los que no se ejecutó.

En la década siguiente se construyó el ferrocarril vasco-navarro Estella-Vitoria, cuyo kilómetro 0 se estableció en la estación que se levantó en el centro de las huertas. De esta manera, Los Llanos quedaron divididos en dos sectores, lo que impulsó la urbanización del más próximo a la ciudad, en el que se construyeron almacenes, garajes y talleres, y protegió las huertas que hace pocas décadas se añadieron al paseo.

Conforme avanzaba la construcción del ferrocarril, el Ayuntamiento fue consciente de la necesidad de ordenar la zona para habilitar el acceso a la Estación. Para ello, el 12 de julio de 1923 encargó al estellés Matías Colmenares Errea, arquitecto municipal hasta poco antes, un proyecto de ordenación.


Una vista de la campa oeste en primavera, donde se reúnen los adolescentes nativos.

Este señor se tomó atribuciones que no le habían dado, y, probablemente influido por el urbanismo de Barcelona, ciudad en la que trabajaba, presentó una reforma global que destruía la ciudad histórica.

Propuso abrir una vía de 12 metros de anchura entre San Agustín y Recoletas, atravesando las plazas Mercado Viejo, Fueros y Santiago. Otra, de igual anchura, arrancaba del mismo punto, y, atravesando Lizarra, por delante del Cuartel alcanzaba Zaldu. A través de la plaza de Santiago abría una calle que comunicaba el Andén con el Cuartel, daba a la calle Zapatería la misma anchura que a Espoz y Mina, proyectaba un parque arqueológico en la zona Elgacena-Los Castillos que incluía las iglesias de Santa María, Santo Domingo y el Santo Sepulcro (durante el segundo gobierno de Felipe González, con el apoyo de la ministra de Cultura Carmen Alborch se retomó la idea), abría nuevos parques en Los Llanos y el Puy, y ordenaba los ensanches de la Estación, Zaldu, Lizarra y San Nicolás. El Ayuntamiento no entró a valorar el proyecto, consideró excesivos los honorarios, y le exigió que se ciñera al encargo.

Poco después, el 10 de junio de 1925 presentó su propuesta de ensanche entre el Andén-Inmaculada y la Estación. Cada propietario miró por su interés: unos alegaron discriminación, pues entre el Ayuntamiento y Gustavo de Maeztu proyectaba tres calles, mientras que entre esta última y Huarte de San Juan no abría ninguna, y las monjas de Santa Ana protestaron porque las privaba del patio y, por tanto, de la posibilidad de ejercer la docencia, y pusieron de manifiesto que una calle atravesaba el patio de los Maestros, separando de las escuelas el área de recreo, lo que, en su opinión, no sería aceptado por el Ministerio de Instrucción Pública.


Los Llanos hacia 1910. En primer plano, los conventos de San Benito y Santa Clara; al fondo, la ciudad.

El 4 de noviembre de 1927, el Ayuntamiento, atendiendo a la presión de los propietarios, y señalando que el proyecto incumplía la legislación vigente, lo rechazó y encargó la tarea a otro profesional.

Entre tanto se había inaugurado la Estación (1927), y ésta carecía de accesos a pesar de que la Junta del Ferrocarril los venía pidiendo, al menos, desde 1922.

Ante esta difícil situación, de una de las propuestas rechazadas se aprovechó el trazado y alineaciones de la calle San Andrés.

Puede observarse cómo, en la actualidad, aún carecen de continuidad las vías que parten de la mitad de la calle.


En la fotografía superior, vemos el primer tramo del acceso a la Estación visto desde el sur. El edificio de la torreta es el del Círculo Católico de Obreros, donde se creó la Comisión de Los Llanos. Como se dice en el reportaje, el trazado de esta calle se tomó de uno de los proyectos rechazados. En consecuencia, y a falta de planeamiento para toda la zona, la calle perpendicular quedó sin salida, como se aprecia en las dos fotografías inferiores.

El 10 de mayo de 1935, el ingeniero pamplonés Serapio Esparza presenta un proyecto que también topa con la oposición de los propietarios de las huertas, pues implica expropiar las casas número 28 y 31 del Andén-Inmaculada y la primera y segunda de la zona de la Estación.

Alegaron, pidiendo modificaciones parciales, Simón Blasco, Lorenzo González y las monjas de Santa Clara. Múgica solicitó su rechazo, y el Círculo Católico de Obreros presentó un proyecto de edificio que en octubre de 1935 obtuvo licencia.

Bien fuera por doblegarse a la presión de los propietarios, o por convencimiento, el Ayuntamiento lo considera demasiado ambicioso y lo rechaza.

Su aprobación -dice- sería «altamente perjudicial para el municipio desde el punto de vista económico», porque la población de Estella es hoy «la misma de hace 50 años», y «desgraciadamente no se da ningún síntoma de florecimiento del comercio y profesiones».


Vista de Los Llanos, correspondiente al paseo histórico.

En 1965, el ingeniero de caminos Luis Antona Iturmendi elabora un Plan General de Ordenación Urbana del que no se han conservado los planos.

Poco después se encarga el trabajo a De la Cuadra Salcedo, que presenta un ensanche ordenado al gusto de la época, con mucha zona verde, anchas calles y viviendas agrupadas en torres, del que en el Ayuntamiento llegué a ver una maqueta.

Tampoco gusta a los propietarios, que se oponen con todos los medios imaginables (se cuenta que un propietario se presentó en la Alcaldía, y sacando una pistola amenazó de muerte al Alcalde y exigió la retirada del proyecto).

A partir de ese momento el Ayuntamiento se desentiende de ordenar la zona, y los propietarios aprovechan el vacío para construir de la forma anárquica que ahora sufrimos.

Daré algún ejemplo de lo que entonces pasaba: sólo uno de los edificios que se construyeron entre la Estación y el Andén-Inmaculada tiene licencia municipal, la cual, junto a las de los bloques del barrio de Lizarra, fueron concedidas sin tener en cuenta los informes de los arquitectos urbanistas que asesoraban al Ayuntamiento; a los Plenos iban asuntos con fecha de entrada anterior a la real, para así anticiparse a medidas restrictivas; el Colegio de Arquitectos, como medida previa al visado de los proyectos, exigió las Cédulas Urbanísticas de todo el término municipal. La comisión Provincial de Urbanismo rechazó la Urbanización El Puy porque no tenía zonas verdes y de equipamiento. Entonces la promotora presentó nueva documentación, adjuntando para dichos usos toda la zona pública de El Puy: explanada, iglesia y colegios. ¿Para qué seguir? Volvamos a Los Llanos.


Convento de Santa Clara visto desde la Estación. El solar que ocupan los coches lo vendió el Ayuntamiento para que en él se levantara un edificio de seis plantas más bajos. Fue el desencadenante de la primera protesta ciudadana.

A partir del 31 de diciembre de 1967, cuando se clausura el ferrocarril (ver reportaje en esta Web) y desaparece la barrera física que protegía la zona, con el apoyo del Ayuntamiento se pretende trasladar a Los Llanos ese urbanismo salvaje.

Así, por aquellas fechas la Corporación aprueba las condiciones para que la Junta Municipal de Beneficencia saque a la venta, mediante subasta, un terreno de 825 m2 que se encuentra justo delante de la iglesia del convento de Santa Clara.

En el condicionado se dice que su destino es la edificación, y que en él se podrán levantar seis plantas más bajos. La subasta se la queda una inmobiliaria de San Sebastián propiedad de un Belzunce vinculado con Estella, que en enero de 1975 presenta anteproyecto de 42 viviendas y solicita al Ayuntamiento que manifieste su voluntad de otorgar licencia.

Poco después (05-05-1975), Ángel Alén, vecino de Estella, propietario en Los Llanos y concejal del Ayuntamiento, solicita licencia para construir 56 viviendas, cerca del proyecto anterior, en una huerta lindante con el ábside de la iglesia del citado convento. Más adelante recuerda que desde 1971 tiene un acuerdo municipal que le autoriza una altura de nueve plantas.


A la izquierda vemos el ábside de la iglesia del convento de Santa Clara. En el lugar que ocupan las vallas y los contenedores se quiso edificar una torre de 56 viviendas (el promotor afirmó que tenía autorización para levantar nueve plantas). A la derecha, junto al edificio del fondo, se quisieron construir las viviendas que he citado en el pie de foto anterior. Imagen cortesía de Julián Ruiz.

El letrado municipal emite un informe que vale para los dos proyectos. Señala que la edificabilidad no es de 4,69 m3/m2, como en ellos se dice, sino de 9,3, por lo que para obtener la edificabilidad que figura en los proyectos «sería necesario afectar una superficie equivalente a dos veces la del solar (...). Entendemos que la permisión de actuaciones parciales como la presentada masificaría de un modo total la zona de Los Llanos con aparición de densidades (...) excesivas (...) que daría(n) lugar a 25 o 30 bloques similares al presentado, arrojando una densidad final aproximada de unas 150 viviendas por ha., justamente el doble del máximo permitido (...) según el Proyecto de Reforma de la Ley del Suelo (...). Entendemos que no deben permitirse las actuaciones parciales en un sector de grandes posibilidades y de enorme importancia para el futuro de Estella. Consideramos, por tanto, debe encargarse cuanto antes (...) la redacción de un Plan de Extensión del sector denominado Los Llanos».

Por su parte, la Dirección Provincial de Urbanismo manifiesta la necesidad de un «planeamiento global de la zona»; informa que considera excesiva la edificabilidad de los proyectos, y dice que están lejos de «conseguir que las viviendas por hectárea no excedan de 75. Esta cifra límite, sancionada por el proyecto de Reforma de la Ley del Suelo, debe servir de pauta para la ordenación urbanística del sector».

El Consistorio no toma ninguna decisión, deja pasar el tiempo, y los promotores presentan recursos que el Tribunal Administrativo de Navarra estima, imponiendo al Ayuntamiento la obligación de conceder las licencias.

La Corporación recurre, y en 1979 el Contencioso Administrativo falla a su favor. En el ínterin se recogen más de 3.000 firmas en contra de los proyectos, y, viendo la imposibilidad de ejecutarlos, Belzunce negocia la permuta de su parcela.


Vista reciente del convento de San Benito, donde se pretendió construir 90 viviendas.

Desbaratado este intento, surge otro de igual magnitud cuando las monjas abandonan el convento de San Benito y lo ofertan al Ayuntamiento para que pueda construir el ansiado polideportivo. Pero éste tiene otras prioridades y no se decide a comprarlo.

Años después, el que fuera Secretario Municipal, Francisco Beruete, recordaba que, mientras convencía a los ediles de la necesidad de adquirirlo, firmó una opción de compra por un plazo de dos años, y como «en esta situación las monjas necesitaron ineludiblemente una cierta cantidad de dinero, que rascándola de mi libreta de ahorros les facilité, ellas, para no tener que devolvérmelo, tuvieron la ocurrencia de ofrecerme las puertas, verjas, marcos, ventanas, etc. de todo el convento, lo que (...) no tuve más remedio que aceptar, cosa que la hice de buen grado pues intuía que les sacaba de un gran compromiso».

Sea o no cierta esta justificación, del convento sólo quedó alguna verja y los muros perimetrales. Previamente, los escudos de la fachada los llevaron las monjas a su nueva residencia, y el altar lo trasladó la Diputación Foral al monasterio de Leire, donde se conserva, dividido en dos partes, en sendas habitación de la clausura.


Otra vista de la campa este del parque de Los Llanos. Si en la oeste, como he dicho, se reúnen los adolescentes nativos, ésta, fundamentalmente, la utilizan los emigrantes para practicar el fútbol y otros deportes.

Pasa el tiempo, y el 28 de septiembre de 1976 entra en el Ayuntamiento un escrito del constructor y promotor Jesús Andía, mediante el que comunica su compra (en el Registro de la Propiedad se inscribe a nombre del testaferro Alberto Falces Corral, tudelano residente en la capital riojana, y cuando en 1988 el Gobierno de Navarra gestiona su adquisición, figura como propietario un vecino de Logroño apellidado Sáenz-López de la Concepción) y solicita licencia para derribarlo.

Consciente de las dificultades a las que se va a enfrentar, el nuevo propietario declara a la prensa que «soy consciente del problema que plantean Los Llanos (...). En mi ánimo no está el edificar los terrenos a la construcción máxima, aunque legalmente podría edificar dos plantas y baja. Si se fuera a una edificación así habría complicaciones con el pueblo, pero mi intención (...) es la de no alterar las cosas. He pensado dedicar los terrenos a una zona residencial (...). No he hecho esta compra para que el día de mañana puedan decir que he estropeado Los Llanos». Y manifiesta su deseo de construir entre 6 y 12 chalets que no transformarán Los Llanos, «sino que quedarán más agradables y más bonitos que como están en la actualidad con el convento».

Palabras que se las lleva el viento: cuando un año más tarde solicita licencia para construir, los 6 o 12 chalets se han convertido en un proyecto para 90 viviendas.


A partir de las monjas abandonaron el convento de San Benito, su deterioro, a veces provocado, fue muy rápido. Imagen cortesía de Julián Ruiz.

Al llegar la solicitud de derribo, el Ayuntamiento pide informe a su letrado, diciéndole que «la construcción en este sector suponemos que va a dar lugar a sendas reacciones por parte del público, que insiste en que se dedique a zona verde todos los terrenos (...) desde la calle de Teobaldo II hasta el río».

En respuesta, el letrado opina que se debe «conceder la licencia, por tratarse de terrenos que son suelo urbano». Por su parte, la Institución Príncipe de Viana informa que el edificio está próximo a la ruina, y que «su valor artístico no es grande».

No conforme el Ayuntamiento, envía una carta a un alto cargo del Patrimonio del Estado, pidiéndole ayuda, pero éste contesta que después del informe favorable de la Institución Príncipe de Viana no puede hacer nada.

Visto lo visto, el 31 de mayo de 1977, el Ayuntamiento, del que la mayoría de sus miembros dimitieron cuando la extrema derecha asesinó dos personas en Montejurra, y que a la sazón lo forman el alcalde, Pedro Arbizu, y los concejales Ángel Alén (propietario en Los Llanos y promotor de uno de los proyectos que he mencionado), Juan Manuel Arza (llegó a alcanzar la máxima representación de la Diputación Foral de Navarra) y Jesús Martínez Garayalde, autoriza el derribo del convento, que por diversas circunstancias no se llega a ejecutar.


El parque de Los Llanos a principios de otoño. Mientras un abuelo pasea a sus gemelos, una señora camina con su perro bien abrigado.

En este estado de cosas, en mayo de 1977 el gabinete urbanístico Bihar-Talde recibe el encargo de redactar un Plan General, y, simultáneamente, personas que colaboran con ese gabinete promueven la Asociación de Vecinos (AV, a partir de ahora) de Estella.

Se da la circunstancia de que desde abril estaban suspendidas las licencias en todo el término a excepción de Los Llanos y alguna otra pequeña zona. Situación que los promotores aprovechan para presentar proyectos.

Esta excepción viene motivada por un informe de la Comisión Provincial de Urbanismo, de julio de 1973, que declara nula la suspensión en vigor, y señala que «no será posible acordar nuevas suspensiones en la misma zona por idéntica finalidad hasta que transcurrieren cinco años contados a partir del término de la suspensión».


Una imagen de la asamblea celebrada en Los Llanos el 18 de septiembre de 1977. A la izquierda, bajo la pancarta y junto a la silla de ruedas, aparezco con barbas y un cuaderno doblado en la mano.

Viendo el peligro, la AV contacta con el Equipo adjudicatario (Equipo, a partir de ahora), que como primera medida está redactando unas Normas Subsidiarias, y comprendiendo que la ordenación llegará tarde presiona a la Corporación para que las apruebe y evite daños que no puedan ser reparados.

El Ayuntamiento no accede al requerimiento, y la AV, sintiéndose burlada, convoca a los partidos políticos y les pide apoyo. La reunión se celebra el martes 12 de julio de 1977, a las 20 horas, en los locales del Círculo Católico de Obreros.

Acudimos representantes de unos ocho partidos, alguno de ellos más bien grupúsculo, y otro, el MC (Movimiento Comunista), triplemente representados a través UNAI (Unión Navarra de Izquierdas), del presidente de la AV, que a su vez figura como miembro destacado del equipo que está elaborando las Normas, y de su propio representante.

La AV, que no se considera representativa ni con fuerza para movilizar al pueblo, lleva dos puntos a debate: dimisión del Ayuntamiento y creación de una gestora, y aprobación de las Normas.

Como el lector puede imaginar, entre los partidos, y en la propia AV, hay intereses contrapuestos, lo que hace muy vivo el debate en torno a la aceptación o rechazo de las Normas (se pospone la exigencia de dimisión del Ayuntamiento, por no considerarla con gancho suficiente, ser un proceso largo, y no tener garantías de poder controlar la gestora).


Planos, publicados en la prensa el 14 de julio de 1977, del proyecto de Bihar-Talde, para Los Llanos, y cuyo desglose figura en los párrafos siguientes.

Por otra parte, para algunos, entre los que me cuento, las Normas son un engendro inasumible: referente a Los Llanos proponen destinar 22.270 m2 a instalaciones deportivas, 2.250 m2 a nueva edificación, 1.706 m2 a viales y aparcamientos, 1.798 m2 a dotaciones, y sólo 4.507 m2 a zona verde. La edificabilidad la establecen en 343.475 m3; los terrenos del ferrocarril se destinan a viviendas, e incluyen la apertura de una nueva calle que por delante de Santa Clara se adentra en las huertas.

Pero la verdadera opinión del equipo se recoge en la memoria, que resumo: «se ve muy claro que a esta zona (Los Llanos) hay que darle una edificación. Naturalmente, hay que hacerla en el sitio donde menos daño haga (...). Lo que se hace es agrupar lo máximo que se puede la construcción en el punto más alto, el menos cercano al río».

Con las Normas -siguen diciendo- «se pretende facilitar el fenómeno de la urbanización y de la construcción en Los Llanos de una forma ordenada (...). Nosotros nos planteamos el volumen de edificación entre el máximo que permite la ley (75 por ha) y lo edificado en casos reales (...), lo que viene a suponer 548 viviendas, (construidas) en los bloques más alejados con 5 alturas más planta baja y en otros dos con cuatro mas planta baja (...)».

Es «totalmente necesario que se aprueben (las Normas). Si el Ayuntamiento dice no, la única forma de salvar Los Llanos dejará de estar al alcance de la ciudad (...). Cualquiera de los propietarios de terrenos podría construir planta baja más cuatro y no hay forma legal de impedirlo».

El responsable de esta memoria, que aún sigue redactando el planeamiento de la ciudad, hacia 1988, estando yo de presidente de la comisión municipal de Urbanismo, presentó una propuesta básicamente igual, en la que se liberaba una parte de las huertas a cambio de construir un cordón de casas en torno a los conventos. No di trámite a la propuesta, y le contesté, airado, que no volvieran a proponer algo parecido. Cuando uno recuerda estas cosas, comprende lo que está pasando con el urbanismo en Estella: la zorra cuidando el gallinero.



Un ejemplar de la fauna que vive en el parque.

Excepto a la gente del MC, que directa o indirectamente ha participado en su redacción y tiene vivo interés en que sean aprobadas, las Normas no satisfacen a nadie y provocan un fuerte rechazo.

Pero pensando que con ellas se suspenderán las licencias, y viendo próximo el peligro de que se construya en San Benito, se acepta como mal menor exigir su aprobación para después intentar cambiarlas.

En consecuencia, se nombra la Comisión de Los Llanos (Comisión, a partir de ahora), formada por un miembro de cada partido y otro de la AV.

En esta asociación hay gente majísima y muy válida, pero al estar controlada por personas que tienen intereses espurios, va perdiendo peso, y la iniciativa pasa a la Comisión, dirigida, fundamentalmente, por el actual consejero de Cultura del Gobierno de Navarra, Juan Ramón Corpas, que, aunque próximo al Partido Comunista, figura como independiente (en un primer momento fue vetado por el presidente de la AV), y por quien escribe estas líneas, que actúa en representación de EKA (Euskadiko Karlista Alderdia).


Hojas elaboradas por la Comisión de Los Llanos.

Lo primero que hace la Comisión es ir al Ayuntamiento y exigirle la paralización de licencias a través de la aprobación de las Normas. Pero los ediles se muestran firmes en no adelantar su aprobación, contestan que ésta no las paralizaría, y pretenden cambiar el objeto de la visita haciendo que la Comisión se enrede en el estudio del documento. Después de dos horas de reunión, cuando salimos estamos desmoralizados.

Pocos días después, tres miembros de la Asociación vamos al Ayuntamiento, donde el Secretario nos dice que la Corporación es contraria a la aprobación de las Normas y exigirá una nueva redacción. Cuando nos reunimos con los restantes miembros de la Comisión, Corpas y yo llevamos redactado un escrito para exigir a la Corporación que declare zona verde desde el ferrocarril hasta el río, suspenda licencias y proyecte un nuevo vial (de parecido trazado al que el pasado año se ejecutó) para descongestionar Inmaculada-Andén.

La representante de MC, esposa del presidente de la AV, se opone con energía, y la mayoría de los presentes llegamos a la conclusión de que sólo quiere justificar el trabajo del equipo redactor, del que su marido forma parte. No obstante, la Comisión acuerda citar al Equipo y modificar el escrito si nos convence.

Los dirigentes de este partido, siempre que se habla de modificar las Normas acude en abstracto a la movilización ciudadana sin presentar propuestas. Pero la asamblea de la AV se escapa del control de su presidente y acuerda hacer una pegatina, convocar una reunión informativa, y, con su voto en contra por considerarlo agitación, lanzar una hoja informativa.


Jesús Díaz y Juan Ramón Corpas, miembros de la Comisión de Los Llanos, durante una entrevista concedida a la prensa.

Días después nos reunimos con el Equipo, y acabada la reunión los representantes del MC se niegan a firmar escritos que incluyan sugerencias a las Normas, e intentan torpedear los acuerdos.

Un miembro de la AV se enfrenta a sus representantes y les acusa de defender intereses particulares. Mientras tanto, en la calle toma cuerpo la opinión de hacerles responsables de las Normas; de favorecer indirectamente la actitud del Ayuntamiento, y de defender intereses políticos de cara a las elecciones municipales.

Visto el malestar que contra ellos se está formando, varios miembros del Equipo se desplazan a Estella para intentar cambiar la opinión de la Comisión. Exponen sus argumentos, contestan preguntas y opinan que los propietarios no presentarán licencias, sino demandas; creen improbable que antes de 3 o 4 años los propietarios se pongan de acuerdo sobre compensaciones; dicen que todos Los Llanos costarán unos 300 o 400 millones; no comentan nada del resto del Plan; justifican que el no contar con el pueblo formaba parte de una estrategia para no levantar la liebre antes de su aprobación, y no se muestran partidarios de atender los deseos de la Comisión, a la que no consideran representativa.


Aparatos de gimnasia y parque infantil situados en un extremo de la campa oeste.

A la siguiente reunión acude mucha gente, entre la que se encuentra una fuerte representación del MC-UNAI. Uno de ellos nos acusa a Corpas y a mí de connivencia con el Ayuntamiento. Dice que podemos tener muchos intereses ocultos, y afirma que entre nosotros hay personas interesadas en que no se construya en Los Llanos para que al haber menos solares se revaloricen los terrenos que tienen en otras zonas. Sintiéndome aludido, pongo mi continuidad en manos de la Comisión.

Esa persona sigue, erre que erre, y afirma que la causa de todos los males está en habernos metido a valorar el contenido de las Normas, y, en alusión a Corpas, dice que hay independientes que no sabe a qué partido sirven.

Harto de la actitud boicoteadora del MC, días después advierto a uno de sus miembros de que si no cambian de actitud abandonaré la Comisión con aquellos que me sigan, y crearé una nueva. Corpas, que aparece entonces, apoya mi postura, y el miembro del MC, que era sacerdote, intenta quitar hierro al tema. A la siguiente asamblea semanal acuden 40 personas, 11 de ellas del MC, pero discurre por cauces más constructivos. Se ve que mi amenaza surtió algún efecto.

Se comenta que un propietario ha amenazado de muerte a un miembro de la Comisión y a un periodista. Se habla de convocar asamblea pública, y se decide quién la convoca, quién la firma y quién habla.

Terminada la reunión, se presenta una señorita, hermana del que amenazó de muerte a los compañeros, y diciendo ser miembro del PT (Partido de los Trabajadores) solicita permiso para acudir a las reuniones, lo que se acepta. Al tiempo nos enteramos de que acudía a espiarnos.


Una de las propiedades particulares que aún quedan en Los Llanos, fotografiada durante una nevada.

El lunes 1 de agosto me desplazo a Pamplona, donde a través de mi partido consigo que dos abogados prestigiosos elaboren un informe, y concierto una reunión con el Delegado de la Vivienda, a la cual me tengo que desplazar durante las fiestas.

Regreso a tiempo de participar en la reunión con el Ayuntamiento, a la que sólo acude el Alcalde. Le comunicamos que hemos convocado al pueblo a una asamblea, en la que queremos transmitir la postura de cada uno de los concejales y de los propietarios, y le pedimos que llame a los ediles para conocer su paradero y poder acudir a su domicilio.

Arza contesta que llegará en 10 minutos. Cuando llega, nos comenta la posibilidad de hablar con los propietarios, lo que aceptamos gustosos.

Al día siguiente acudimos al Ayuntamiento, donde más de 40 propietarios, que llevan dos horas reunidos, nos comunican el acuerdo al que han llegado con el Ayuntamiento, consistente en que éste se compromete a no aprobar las Normas, y ellos a no presentar proyectos y a elaborar en el plazo máximo de dos meses un boceto con su propuesta, la cual se discutirá con el Ayuntamiento y la Comisión, de manera que si se llega a un acuerdo se dará al equipo para que la incluya en su trabajo.

En la reunión no está presente el propietario de San Benito, y sus compañeros se comprometen a localizarle para convencerle de que acepte el acuerdo, el cual debe firmarse ante notario.


Pancarta que la Asociación de Viudas y Jubilados confeccionó para la asamblea del 18 de septiembre de 1977, en manos de la actual comisión Salvemos Los Llanos.

Al día siguiente la Comisión tiene noticias de que el propietario de San Benito ha visado un proyecto para «construir varios bloques de viviendas, con un total de 90, con sus respectivos garajes».

Cuando el día 3 de agosto celebramos en el Cine Lux la asamblea, el local está a rebosar y muchos de los 1.500 asistentes se tienen que quedar fuera. Rosa Lisarri hace una breve historia, Corpas habla sobre las Normas y yo expongo la postura de las partes. Junto a los que hablamos, en la mesa se sientan los miembros de la Comisión, excepto uno, del MC, que está entre el público.

Acabado el coloquio, entre la gente se identifican dos miembros del Equipo (De Andrés y Loperena). Discrepan de la información que hemos dado, e intentan justificar su trabajo diciendo que la zona verde que quedará en Los Llanos después de construir las viviendas que preveen las Normas será superior al espacio per cápita que poseen otras poblaciones.

Varias personas reaccionan indignadas acusándoles haber actuado a espaldas del pueblo. Una mujer les increpa y acusa de que quieren chantajearnos para que aceptemos su propuesta. La mesa se mantiene expectante, y el rechazo de la gente alcanza cotas muy altas.

En estos momentos interviene el miembro de la Comisión que se ha quedado entre el público, y con energía acusa al Ayuntamiento de ser el único culpable. La gente aplaude y se suceden intervenciones del público y de la mesa; el primero, acusando al Ayuntamiento; la mesa, intentando centrar el problema. Los miembros del MC actúan coordinados, lo que explica la postura del compañero discrepante.

Pero el Equipo ve cuestionado su prestigio hasta el punto de plantearse la rescisión del contrato. Muchos esperamos que haya aprendido la lección, y que vea que no basta con tener el apoyo de un partido.


Un grupo de estellicas lleva  camisetas con el lema Salvemos los Llanos durante las fiestas de 1977.

El día 5 de agosto, Viernes de Gigantes y comienzo de la fiestas de Estella, durante la madrugada roban del balcón del Ayuntamiento la bandera de España, y en la Bajadica del Puy la gente increpa a un concejal gritando Alén, capullo, Los Llanos no son tuyos. Hay tensión, pero ningún incidente que lamentar. Por las calles, algunos jóvenes visten camisetas blancas con la inscripción Salvemos Los Llanos.

El día 12, en plena resaca de fiestas, y comenzado el periodo vacacional, la propiedad de San Benito presenta en el Ayuntamiento el proyecto de construcción que visó diez días antes.

Acabadas las vacaciones, el lunes 29 de agosto se celebra una reunión a la que acude poca gente. Se presentan dos propuestas que no son incompatibles, y yo entrego el informe jurídico que he recibido. Lo analizamos, y al comprobar que las Normas pueden suspender licencias tenemos la sensación de haber metido la pata con el rechazo a las presentadas por el Equipo, ya que han quedado desprestigiadas.

Hablamos de forzar la dimisión del Ayuntamiento, y nos enzarzamos en la manera de elegir la Gestora. Yo me ratifico en presionar a la Corporación para que adopte una solución sobre Los Llanos, lo que nos permitirá controlarlo y obtener su dimisión.


La Asociación de Jubilados y Viudas, con su pancarta, durante la asamblea del 18 de septiembre de 1977. Tras ellos, la pancarta de la Asociación de Vecinos. Foto Pedro J. de Miguel.

Es difícil avanzar y acordar la estrategia. El viernes 2 de septiembre nos reunimos, y para decidir quiénes compondrán el Ayuntamiento paralelo empleamos tres horas.

El día 5 Corpas dialoga con el sociólogo Mario Gaviria, que "casualmente" se encuentra en Estella. Éste reconoce nuestra capacidad movilizadora, nos atribuye la representación del pueblo, y se pone a nuestra disposición. A partir de ese momento se puede hablar de un antes y un después en la actitud de los compañeros que más problemas nos han creado.

El miércoles 7, aconsejados por el Equipo y el abogado, se decide proponer un Plan Especial. Pero cinco días después nos telefonean diciendo que no es posible. Puesto en contacto con los juristas que me asesoran, opinan que la única solución es ampliar a Los Llanos la suspensión de licencias.

Convencidos de que esa es la única solución viable, acordamos convocar una asamblea en Los Llanos, a la que para evitar competencias decidimos que los partidos lleven una pancarta conjunta.


Otra imagen del parque de Los Llanos.

Nos reunimos con el Ayuntamiento, le presentamos la parte técnica del informe que tenemos, aclaramos sus dudas y rompemos sus suspicacias. Corpas le dice que tenemos una solución viable, avalada por tres juristas, y que la vamos a exponer al pueblo, por lo que necesitamos conocer la postura de los corporativos.

Por primera vez se reúne con nosotros el concejal Martínez Garayalde, que se manifiesta asustado. Arza se cree obligado a comunicar a los propietarios la decisión que se va a tomar, lo que aceptamos siempre y cuando el Ayuntamiento no modifique la suya.

Cuando me dispongo a ir a Pamplona para recoger los informes que faltan, me comunican que hemos sido llamados con urgencia al Ayuntamiento. Acudimos, y nos dicen que han encontrado una dificultad insalvable: la suspensión de licencias hace inviable la permuta de Belzunce, y, además, el coste de los proyectos, al rebasar la capacidad de endeudamiento del Ayuntamiento, hace que recaiga la responsabilidad sobre los concejales.

Apuntamos que la solución técnica se arregla con una consulta al Equipo, y Arza nos dice que se ha puesto en contacto con un letrado de prestigio que llegará pronto. Éste se pone a nuestra disposición, afirma que nuestra solución es viable, y se manifiesta dispuesto a firmar un informe favorable.


Durante la asamblea celebrada en Los Llanos el 18 de septiembre de 1977, me dirijo a la gente.

El domingo 18 de septiembre sale un sol espléndido que invita a ir al campo, pero cerca de 5.000 personas acuden a nuestra llamada, convocada bajo el lema Los Llanos bien valen un domingo.

La asamblea acepta nuestras propuestas, se recogen 1.300 firmas, y se reparten pegatinas con el lema ¡Salvemos Los Llanos!

La tribuna, bajo la frondosa sombra de los castaños de indias, está sobre un remolque. Actúa de presentador Jesús Díaz Elcano, y, siguiendo el orden de intervención, hablo yo, Amable Del Campo, Jesús Echeverría, Luis Gabilondo y Juan Ramón Corpas. Fernando Roncal expone las cuentas, y finalizo el acto dando lectura a un informe del Equipo.

A continuación hay un animado coloquio en el que destacan Eusebio Ayúcar y Julia Gorráiz, de la Asociación de Jubilados y Viudas, y Gabilondo, rompiendo el acuerdo de la Comisión, aprovecha para ensalzar la labor de la AV.

Acabada la asamblea, marchamos hasta el Ayuntamiento acompañados por el servicio de orden que hemos organizado, en el que participan ochenta personas, y a la una y veinte nos disolvemos. Pero el éxito, rotundo, no es bien asumido por el MC.


Una vista de los asistentes a la asamblea celebrada en Los Llanos el 18 de septiembre de 1977.

Esa noche circula una hoja, firmada por LKI, LC, IT y GKL, en la que se pide la dimisión del Ayuntamiento. Hay tensión entre los corporativos. Valoran dimitir, pero acuerdan requerir un voto de confianza; piden que los partidos creemos una comisión de control, y envían una nota a la prensa, que el Alcalde no firma, en la que exponen su versión.

Dicen que hay que distinguir entre el Paseo, que es y seguirá siendo público, del terreno de las huertas, «a las que necesariamente hay que dar un tratamiento urbanístico distinto y especial»; invitan a los partidos a que «colaboren con este Ayuntamiento en el desarrollo de los trabajos o asuntos municipales, con el fin de tener bien informados a los ciudadanos», y terminan diciendo que si los partidos no aceptan la invitación, «esta Corporación no tendrá más remedio que reconsiderar su permanencia».

Hasta tal punto ha calado el miedo en los ediles, que Arza habla con el Gobernador Civil para que a través de Obras Públicas consiga que el Colegio de Arquitectos no apruebe los proyectos que lleguen de Estella. Le ha dicho que crearía un grave problema de orden público, y le ha comentado la posibilidad de que haya muertos.


En la misma asamblea, Amable del Campo, representante de la Asociación de Vecinos, se dirige a los congregados.

Dos días después el Alcalde justifica ante la prensa el hecho de no firmar la nota, y como los concejales habían escrito que los miembros de la Comisión «se dicen representantes del pueblo estellés», afirma que «la Comisión de Los Llanos es representante del pueblo estellés y esto no cabe ponerlo en duda. La Comisión tiene una importancia y un mérito terribles -continúa diciendo-, porque han trabajado horas y horas para defender una cosa nuestra y nos están ayudando en el intento de resolver un problema tan candente».

Mientras tanto, los propietarios, reunidos en Escolapios, se consideran traicionados por la Corporación y planean presentar un proyecto conjunto.

El 27 de septiembre el Equipo lleva al Ayuntamiento un avance de las Normas, y Martínez Garayalde, que está solo, no quiere asumir ninguna responsabilidad y se va.

Convocado pleno para el 13 de octubre, el Alcalde tiene que suspenderlo porque no acuden los concejales.

Al día siguiente entran en el Ayuntamiento los informes que ha gestionado la Comisión, y tres días después la Corporación deniega la licencia por ser necesario un Estudio de Detalle.


La Corporación de aquella época. Jesús Martínez Garayalde lleva la bandera, y tras el, Jesús Alén a su izquierda, Pedro Arbizu a su derecha, y más a su derecha, oculto en parte tras la maza, Juan Manuel Arza. Junto a ellos, policía, maceros y el Secretario.

Ese importantísimo Pleno, que estaba previsto para las 20 horas, a petición de los concejales se celebra dos horas antes para evitar a la prensa y al público. Previamente el Alcalde se pone en contacto telefónico conmigo, me comunica la petición de los concejales, y acepta el adelanto al obtener mi conformidad.

El 31 de octubre el Ayuntamiento suspende licencias por un año. Antes de comenzar el Pleno, el Alcalde pregunta al Secretario si podía votar Alén al ser propietario y tener interpuesto un recurso. Le contesta que eso lo tiene que decidir el interesado, y él, enfadado, dice: «Voy a votar por la suspensión y voto en contra de mis intereses, si es que hay alguno».

La discusión aumenta, y, mientras recoge los papeles, Alén manifiesta: «Yo haré salvar en la próxima sesión mi voto. En cuanto a las faltas de asistencia, yo ya no vengo más al Ayuntamiento». Sigue un acalorado enfrentamiento, y Alén abandona  la sala diciendo que no volverá más.

Aprobada la suspensión de licencias, el problema se diluye poco a poco: el propietario de San Benito interpone recursos de Reposición y de Alzada. El Tribunal Administrativo de Navarra falla a favor de la propiedad obligando al Ayuntamiento a «expedir la licencia solicitada», pero éste interpone recurso ante la Audiencia Provincial, la cual falla a su favor el 7 de junio de 1980. Finalmente, el 1 de abril de 1981 la Sala Cuarta del Supremo declara «desistido a la parte apelante».

Con ello se acaba el mayor problema con el que se han enfrentado Los Llanos, y comienza uno nuevo del que hablaré en otro reportaje.


En primer plano, el convento de San Benito donde se pretendió edificar 90 viviendas, habilitado actualmente para cine. En el solar delimitado por las dos alas del edificio el Gobierno de Navarra pretende construir un edificio, a lo que se opone una parte de la ciudadanía, agrupada en una nueva comisión Salvemos Los Llanos.

Nota: A pesar de que casi todo lo expuesto lo he vivido en primera persona, no hay en ello ningún recuerdo personal que no esté confirmado por la documentación que guardo de aquella época, lo publicado por la prensa, y las notas que en aquellos momentos tomé.

junio de 2009

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© Javier Hermoso de Mendoza