Una ciudad de cine: Estella
Simón Blasco Salas y sus producciones cinematográficas

En el primer pie de foto de mi anterior reportaje (Zalacáin el aventurero II) citaba al Dr. Simón Blasco Salas y la relación que tuvo con el cine. Terminaba diciendo que "esta es otra historia". Historia que hoy ofrezco a mis lectores junto con algunas notas sobre el cinematógrafo y el cine en Estella.


Emma Suárez, sentada en el Torreón Fluvial de la campa del Santo Sepulcro, durante el rodaje en nuestra ciudad del film "Bajo las estrellas", cinta que obtuvo en el Festival de Málaga de este año el premio a la mejor película, mejor dirección, mejor actor y mejor guión novel. Foto Calle Mayor.

Cuenta el Dr. Blasco en sus memorias, que en el mes de julio de 1928, durante el rodaje en Estella de algunas escenas de la película Zalacáin el aventurero, el actor Pedro Larrañaga sufrió una herida en la cabeza por la que tuvo que ser ingresado en su clínica.

Durante la hospitalización acudieron a visitarlo actores, técnicos, periodistas y mucha gente vinculada al cine, lo que hizo reverdecer la seducción que sintió por el nuevo arte cuando en 1897 en su Pamplona natal, y años después en Zaragoza, donde estudiaba medicina, pudo ver las primeras proyecciones cinematográficas que de feria en feria llevaban gentes como Iranzo, Dubosc, Labarta (en 1905 creo en Pamplona el primer cine estable: el Teatro Circo Labarta), Coyné, y principalmente Enrique Farrús, conocido como Farrusini (catalán de oficio hojalatero, que antes de dedicarse al cine exhibía en una barraca perros y monos amaestrados. Sobre la italianización de su nombre se cuenta la siguiente anécdota: a la feria de San Fermín acudía un madrileño de nombre Pascual, el cual se quejaba de que su barraca estaba vacía mientras que la de Farrús se llenaba. Un pamplonés le sugirió que italianizara el nombre, y el éxito le alcanzó desde que se presentó como "el signore Pascualini").

"Acaso por esa circunstancia en el transcurso de mi vida (dice recordando la hospitalización de Larrañaga en su clínica), fue motivo para ingresar en el mundo cinematográfico, haciéndome, transcurridos algunos años, productor de películas, por cierto con resultados económicos no beneficiosos, aunque en lo artístico pudieron pasar".


Numerosos estelleses, actuando como extras durante el rodaje de "Bajo las estrellas", atienden las indicaciones del Director. Foto Calle Mayor.

Años después, hacia 1940, el Dr. Blasco estableció relación con Arcadio Ochoa de Zabalegui, peluquero de Abárzuza que había desempeñado su oficio en París y regreso casado con Margot, montadora profesional de cine y conocedora en España de gente como José Mª Forqué o José Antonio Nieves Conde, con los que Blasco llegó a tener gran amistad.

Esta nueva relación hizo que contando cincuenta y ocho años y buena posición económica, con veintiún accionistas más creara el 11 de febrero de 1944 la productora Trébol Films, en la que trabajó Arcadio Ochoa de Zabalegui como responsable de maquillaje, y su esposa Margot (Margarita de Ochoa) a cargo de los montajes.

Eran tiempos difíciles, y más aún para aventurarse en un mundo desconocido. La sociedad española estaba gobernada por una dictadura que ejercía un duro control y una fuerte censura; el país estaba exhausto, con grandes problemas para proveerse del material necesario, y existían enormes dificultades para exportar los filmes a un mundo que recelaba de la España franquista. Pero esas dificultades no pudieron con la ilusión del estellés.


Cartel anunciador de la película "El sobrino de Don Buffalo Bill"

El primer largometraje que produjo Trébol Films fue un "western paródico" titulado El sobrino de Don Buffalo Bill, cuya dirección se encargo a Ramón Barreiro, operador y director de cortos, pero sin experiencia en largometrajes.

Resultó ser una película humorística (la primera parodia que se hacía en España), fina y elegante, con buena fotografía, aceptables decorados y excelente partitura musical, que recibió unánimes elogios de crítica y prensa. En el argumento, un supuesto sobrino del mítico Buffalo Bill trataba de emular a su tío para ganar unos dólares con los que poder casarse con su prometida.

El rodaje se hizo en los estudios C.E.A. de Ciudad Lineal (Madrid), tuvo un presupuesto de 1.208.250 pesetas, y contó con actores destacados, como Carlos Muñoz y Rosita Yarza. Presentada al público como "Una película informal del Oeste", se estrenó el 22 de enero de 1945 en el Cine Capitol de Madrid, el 2 de febrero del mismo año en el Cine Alcázar de Pamplona, y llegó a Estella el 30 de junio del año siguiente. Se explotó bien comercialmente, y aunque los resultados económicos no fueron espectaculares, la productora quedó muy satisfecha y dispuesta a repetir éxito.


Nicolás Perrichot en una escena de "El sobrino de Don Buffalo Bill"

La dirección de la segunda producción, La gitana y el Rey, se encargó a Manuel Bengoa, periodista, escritor y guionista, pero debutante en la dirección. El guión, escrito por Ramón Perelló, se resume así: En Floridania (1805) arrasan las instalaciones de unas tribus gitanas. Quince años después, la niña Pandereta, ávida de venganza, traba amistad con un criado que resulta ser el Rey, lo que apaga su sed vengativa. Pero la trama se complica con la existencia de un hermano gemelo del Rey, que desempeñará un papel decisivo en la salvación del pueblo.

Este segundo film comenzó con mal pie: la Subcomisión Reguladora de la Cinematografía emitió un informe negativo en el que desaconsejaba el rodaje. Removido el obstáculo, con un presupuesto que alcanzó el millón de pesetas se rodó en los mismos estudios que el anterior, y contó con la participación de Antoñita Colomé y Jorge Mistral.

El resultado fue un film de dudosa calidad, ampliamente cuestionado por la crítica, que se estrenó el 11 de abril de 1946 en el Cine Callao de Madrid; tres meses más tarde en el Cine Olimpia de Pamplona, y el 29 de noviembre en La Teatral Estellesa de la ciudad del Ega. Exportado a México a cambio de los derechos de exhibición del film ¡Qué lindo es Michoacán!, hizo que Trébol Film se convirtiera en agente de distribución, lo que mitigó los sinsabores que la película había dado a la productora.


Programa de mano de "El sobrino de Don Buffalo Bill.

Para dirigir la tercera película, Luis Candelas. El ladrón de Madrid, se contrató a Fernando Alonso Casares, persona con algo experiencia y bien considerada por la crítica. En ella, un ladrón de poca monta pasa a dirigir una famosa banda. Varias veces apresado, es ayudado a escapar gracias a la labor de sus compañeros y de Lola, su enamorada. Las cosas le van bien hasta que se enamora de María, joven de familia aristocrática, lo que provoca su definitiva caída.

Comenzada a rodar el 21 de octubre de 1946 en los estudios Roptence de Madrid, con más de dos mil extras y actores de la talla de Alfredo Mayo, Mary Delgado y el secundario José Mª Rodero, las restricciones de fluido eléctrico, el mal tiempo para el rodaje de exteriores, y las dificultades para proveerse de película virgen y otros materiales prolongan demasiado el rodaje, sangran la economía de la productora, y retrasan en exceso el estreno.

Por primera vez se presenta al público el 28 de diciembre de 1947 en el Cine Alcázar de Pamplona, y su estreno en el Cine Bilbao de Madrid se hace el 18 de enero de 1948 sin escatimar gastos y con el local adornado con flores y mantones de Manila. Acuden numerosas personalidades, la crítica le es muy favorable, se mueve bien en taquilla, y se exporta a Sudamérica, Portugal y Francia, en donde se cambia por los derechos de exhibición de La feria de las quimeras.


Antoñita Colomé y Jorge Mistral en una escena de la película "La gitana y el Rey"

Pero el esfuerzo económico ha sido muy duro: el presupuesto llega a las 2.268.917 pesetas, el Sindicato niega un aumento del crédito concedido, y ello, a la larga, ocasiona la desaparición de la productora.

Mientras se terminaba la postproducción de esta película, Blasco emprende uno de los trabajos que más satisfacciones le da: Del joyel de España. Estella. Documental de unos 15 minutos y 16.000 pesetas de presupuesto, con dirección y guión del médico estellés, intervención de los gaiteros Hermanos Elizaga, fotografía de Leopoldo Alonso, música de Jesús García Leoz (este navarro había compuesto la música de las películas), montaje de Margarita de Ochoa, y rodado íntegramente en la ciudad del Ega en el mes de agosto de 1947.

Con grandes elogios de la crítica se estrenó en el Cine Avenida de Pamplona el 8 de septiembre de 1948, se distribuyó por toda España, Suiza, Turquía, Gran Bretaña y algún otro país, y una copia puede verse en la Biblioteca José Mª Lacarra de Estella.


Programa de mano de la película "La gitana y el Rey"

Ese documental fue lo último que produjo Trébol Films, pero no fue su última actividad. En 1949 solicitó los permisos para el rodaje del film A dos grados del Ecuador, película de aventuras ambientada en Guinea Ecuatorial (entonces colonia española), y en la que se narran los avatares de un grupo de españoles en lucha contra un comerciante de esclavos, con el que acaban, rescatando a la mujer que tenía presa, y sientan las bases para la evangelización de los "salvajes".

Con un presupuesto inicial de 806.692 pesetas -ampliamente superado-, protagonizada por José Mª Seoane y Rosita Yarza, y bajo la dirección de Ángel Vilches, en enero de 1950 comienza un azaroso rodaje de cinco meses en los Estudios Cinearte de Madrid. Varias veces se retoca el guión, incluso después del montaje de la película. Y cuando el film está terminado, los permisos para su exhibición y para realizar las copias de explotación tardan en llegar, lo que demora mucho su estreno, impide la pronta recuperación del dinero, y debilita la moral de Blasco (sus buenas relaciones con el régimen no le sirven de mucho) y las finanzas de la productora.



Escena tomada durante el rodaje de la película "Luis Candelas. El ladrón de Madrid"

Blasco se encuentra cansado, decepcionado, y en mayo del 49 escribe a su yerno: "...estoy dispuesto a dejar el cine (...) Estoy cansado, no veo fin bueno, y todos no habrán perdido como yo (...) Como tú, estoy decepcionado, y me encuentro, a mis años, sin poder disponer de dinero porque todo lo tengo comprometido..."

Pero no tira la toalla, y continúa con nuevos proyectos y nuevos problemas: una acusación de estafa y apropiación indebida de Trébol Films contra su ex-consejero Fernando García de Ángela; la demanda del Sindicato exigiendo la devolución del préstamo entregado a la película anterior, y una reclamación de Hacienda a la que la productora no puede hacer frente, lo que ocasiona el procedimiento para su embargo judicial.

Como sobre Trébol Films pesaba la amenaza del embargo (el 18 de mayo de 1951 sale a subasta y se la queda Blasco como mejor postor), la película A dos grados del Ecuador se presenta bajo el nombre de una nueva productora, Navarra Films, que al efecto crea Blasco, y su estreno mundial se hace el 27 de octubre de 1951 en Estella, estrenándose en Londres en febrero del 52, en el Cine Novedades de Pamplona en agosto del mismo año, y en marzo del 53 en los cines Actualidades y Voy de Madrid. La crítica madrileña no le es favorable, salvando sólo la parte documental que se incluye en la película, comprada a la casa Hermic Films y rodada por Segismundo Pérez de Pedro para sus cintas Balele y Tornado.


Cartel de la película "Luis Candelas. El ladrón de Madrid"

No es primer contratiempo de la nueva productora Navarra Films: el Director Gerente, Enrique Teixedó, dimite al año siguiente entre acusaciones de falsificar firmas y utilizar el nombre de la productora en beneficio personal.

Como Blasco no se fía de nuevos gestores, el 3 de julio de 1951 la película A dos grados del Ecuador se pone a su nombre y al de Luciano Ripa, y Navarra Films se embarca en nuevos proyectos: una película cuyos papeles principales se ofrecen a Fernando Rey e Ismael Merlo, que no se lleva a cabo a pesar de haber obtenido los permisos de rodaje, y un fallido proyecto para realizar un film sobre San Francisco Javier, en cuya realización se pretende vincular al obispado y, a través de una suscripción popular, a la sociedad navarra.

Por problemas económicos se liquida la nueva productora, y mediados los años 50, con un capital de 300.000 pesetas, junto con el distribuidor catalán Francisco Badal pone en marcha la Distribuidora Cinematográfica del Centro (Discentro) y se adentra en el goloso mundo de la distribución.


Montaje con los logos de las empresas cinematográficas creadas por Blasco Salas.

Discentro tuvo fortuna, y daba buenos beneficios distribuyendo, entre otras, películas como ¿Dónde vas Alfonso XII? (superproducción del cine español que tuvo gran éxito de taquilla), Roma ciudad abierta, de R. Rosellini (película clave del neorrealismo italiano), El cuchillo en el agua  (primer largometraje de Román Polanski), o El día de la ira (película de sorprendente éxito comercial). Esos buenos augurios les impulsaron a elevar el capital de la distribuidora hasta los tres millones de pesetas y convertirla en Sociedad Anónima.

En su nueva faceta, Blasco hacía frecuentes viajes a Madrid, donde se relacionaba con lo mejor del cine, y sus defensas decayeron. Convencido por Badal, y al amparo de los beneficios de Discentro, a comienzos de los 60, junto con otros socios creó Producciones Cinematográficas del Centro S. A. (Procensa), destinada a la realización de películas.

Blasco ya no está en sus mejores momentos. En el 66 sufre una crisis mental con la que transita los dos años que le quedan de vida, y deja de intervenir en el nuevo negocio.


Cartel anunciador de la película "A dos grados del Ecuador"

Procensa consigue del Banco de Crédito Industrial un préstamo de 18 millones de pesetas, con el que se lanza a realizar filmes de baja calidad y poca taquilla, como El alma de la copla, Orden:FX18 debe morir (coproducida con Francia), Gitana, La ley del colt (realizada en 1966 y con la que se inicia una serie de "spaghetti-westerns" de escaso presupuesto), y varias películas más, hasta acabar su actividad en 1970.

Consumido el préstamo, el banco reclama la deuda y, como los demás socios habían puesto sus bienes a nombre de otras personas, los herederos de Blasco (había fallecido el 13 de junio de 1968) tienen que hacerle frente vendiendo La Teatral Estellesa a Luciano Ripa, arrendatario de la misma y antiguo socio de Blasco.

Como dice Cañada en el libro del que me he servido para obtener buena parte de los datos que figuran en este reportaje, no puede "decirse que Simón Blasco Salas haya sido un productor de cine tal y como se entiende en la ortodoxia de la profesión. Fue más bien un intruso ocasional que animado por varias personas afines al medio le convencieron de que tan sólo bastaba ilusión, afición, relaciones personales y un poco de dinero para ser partícipe de la modesta fábrica de sueños española".


Escena de la película "A dos grados del Ecuador"

Simón Blasco Salas nació en la calle Estafeta de Pamplona, el 2 de junio de 1885, hijo de un militar nacido en Los Arcos que combatió en la 2ª Guerra Carlista a las órdenes de Moriones, De Latre y Despujol. De campaña en el Alto Aragón conoció en Huesca a Virginia, joven de 17 años que acabada la carrera de magisterio se casó con él por poderes.

A los pocos días de nacer Simón la familia se traslado a Estella, donde el padre ocupó el cargo de Jefe de la Prisión Militar establecida en el edificio situado junto a la presa de Curtidores, en la margen izquierda de río. El Cuartel Viejo de Infantería se hallaba, muy próximo, en el solar del antiguo convento de La Merced.


Carmen Sevilla con el Dr. Blasco Salas y gente de su distribuidora en Madrid (Discentro).

En 1901 la familia se trasladó a Zaragoza, en cuya universidad Simón estudió Medicina. Acabó la carrera en 1909, y se doctoró en 1911. Escribió en numerosas revistas científicas y en varios medios de la prensa regional. En 1904 fundó la revista El Eco Escolar; en 1913, la Revista Navarra de Medicina y Cirugía, y en 1915 fue cofundador de La Merindad Estellesa. En 1916 publicó el primer programa de fiesta de la ciudad, en forma de libreto, con anuncios y artículos, ampliamente imitado por muchas poblaciones de España, que aún hoy se edita en la ciudad.

Fue el primer secretario de la Asociación Médica Navarra (posteriormente, Colegio Médico Navarro), organismo que acabó presidiendo. Médico decano de la Asociación Médica de Auxilios Mutuos de Toreros, entre otros títulos, fue pionero en la utilización de los Rayos X en Navarra, y el primer médico que utilizó en España la Cloromicetina, empleada para combatir la fiebre tifoidea. Establecido como médico de la sociedad Círculo Agrícola Mercantil de Milagro, pronto ocupó la plaza titular de Allo. Casado con la estellesa María Teresa Lorente, hija de un famoso médico estellés, en 1916 se estableció como médico libre en Estella, montando la Clínica Quirúrgica y Policlínica de Especialidades, primera clínica particular establecida en Navarra.


Escena de la película ¿Dónde vas Alfonso XII?, distribuida por Discentro

En otro orden de cosas, el Club Atlético Osasuna lo reconoce como el introductor del fútbol en Pamplona. Él lo narra así en sus memorias: "En el año 1900 vino a Pamplona un muchacho bilbaíno que había estado en Inglaterra, apellidado Emparan, que se reunía con nosotros y nos empezó a hablar de un juego que causaba furor en el país de Gales. Ese juego se llamaba football, el fútbol de hoy, y entonces empezamos a jugarlo y nuestros primeros campos fueron la Vuelta al Castillo y luego la Plaza de Toros antigua; los partidos no eran como ahora; se jugaba a tantos goles, sin descanso, y el que marcaba antes los goles era el ganador".


"El día de la ira" otra de las películas de gran éxito comercial distribuidas por Discentro.

También adquirió y gestionó La Teatral Estellesa, cinematógrafo levantado por iniciativa del joven arquitecto estellés Matías Colmenares Errea (a el se deben la Plaza de Toros, el primer Cuartel de la Guardia Civil y el primer kiosco. Cuando la guerra, murió fusilado en Cataluña) en los solares comprados a Damiana Larrión (hija del que levanto la Plaza de Toros vieja, cuyo óbito se produjo año y medio después), el cual comenzó a habilitarse en octubre de 1917.

Sobre su construcción se cuenta la siguiente anécdota: Colmenares elaboró el proyecto, lo sacó a subasta, pero nadie se presentó por considerar insuficientes las condiciones económicas. El arquitecto no se arredró. Se presentó como constructor a la segunda subasta, bajó el presupuesto en 10.000 pesetas, y acabó la obra sin aumentar un sólo céntimo su coste.

El  solar costó 35.000 pesetas, la obra se presupuestó en 65.000, y por el aparato de luz (la araña se conserva en la parroquia de Arróniz) y el piano se pagaron 5.000 pesetas. Para hacer frente al gasto, los 88 accionistas iniciales formaron una sociedad con un capital de 71.700 pesetas, y emitieron obligaciones por valor de 20.000 pesetas.


El Dr. Simón Blasco Salas pintado por Gustavo de Maeztu.

Según el proyecto, La Teatral Estellesa constaba de dos pisos con cuatro proscenios, ocho plateas, ocho palcos, doscientas treinta y ocho butacas, dos anfiteatros, uno en cada piso, y una externa entrada general o de galerías; pero el proyecto debió sufrir modificaciones. Todo fue decorado con pinturas efectuadas por los Hermanos Aguirre, fotógrafos profesionales en la ciudad. Y sacada su construcción a concurso en enero de 1918, se la quedó en subasta el arquitecto que redactó el proyecto, a la sazón empleado en el Catastro de El Ferrol.

Fue un proyecto que creó muchas ilusiones. Así, ese año, durante las Ferias, cuatro amigos (R. Polo, D. Albizu, Eraso y M. Pérez) se constituyeron en sociedad para dar una charlotada y una corrida de vacas, destinando el beneficio a su construcción.


Milagros López Arruti vestida para participar en las Galas Estellesas.

Llegado el momento de la apertura, el 9 de noviembre de 1918 La Merindad Estellesa publica una nota que dice: "Contribuirán sin duda a la mayor animación de las Ferias de este año las funciones de varietés que está organizando la Directiva del nuevo Teatro Julián Romano. Según nuestras noticias, aunque no sea esta la inauguración oficial del mismo, se darán estos números de atracciones".

El 29 de noviembre de 1918, el mismo semanario anuncia que "Hoy a las diez de la noche se celebrará en el teatro Julián Romano, recién concluido, una sesión cinematográfica a la que están invitados además de las autoridades y prensa, los Srs. Accionistas de La Teatral Estellesa". Era su inauguración oficial.


Los participantes de una de las Galas Estellesas que durante varios años se celebraron en La Teatral Estellesa, posan para el fotógrafo.

Las dos noticias anteriores demuestran que su nombre inicial era Teatro Julián Romano (conocido y famoso gaitero estellés a cuyo nombre está dedicada la Escuela de Música), y La Teatral Estellesa era el nombre de la sociedad propietaria del local. En febrero de 1919, La Merindad Estellesa informa que "La Sociedad Teatral Estellesa, (...) con asentimiento unánime de todos sus accionistas, y a instancias de uno de ellos, tomó el acuerdo de dar al Teatro el nombre de Julián Romano. Y este acuerdo no se ha cumplido..." (Ignoro durante cuanto tiempo conservó su denominación original, y cuando adoptó el de la sociedad que lo creó).

Una vez inaugurado, la prensa destaca su construcción y decorado ("Teatro precioso, acabado, coquetón, monísimo, bonito, soberbio, y bastantes más calificativos hemos oído aplicar estos días al Teatro"), pero critica la actuación inaugural ("El Consejo no ha estado acertado trayendo para estas ferias, y más por ser la apertura del Teatro, números de varietés y varietés baratos [...] El deseo de lucro no justifica esta pifia").


Un grupo de mozas vestidas para participar en una de las Galas Estellesas, posa con sus panderetas ante el fotógrafo.

Meses más tarde, en febrero de 1919 el semanario decía que "La empresa ha conseguido hacerse con una orquesta que el público oye con mucho agrado; tanto, que no podía reprimirse sin juntar las manos para aplaudir a los Profesores. Entre éstos, figuran los señores Garijo, Garagarza, Marquínez y Marticorena. Esperamos que continúen en su puesto (...), no sólo porque el espectáculo lo requiere, sino porque Estella reclama algo más que una pianola en su Teatro".

La Teatral Estellesa fue cine, teatro, y local en el que se celebraron muchos actos de carácter cultural, social y político. Pero sus comienzos no fueron muy boyantes. Así, el 22 de marzo de 1919 La Merindad Estellesa decía: "Quince días de abstinencia teatral llevamos y nos parecen quince meses (...) Pues bien: en esos quince días de cerrojazo, la empresa ha tenido solicitudes, requerimientos, hasta recriminaciones, con motivo de la clausura del Teatro, viéndose y palpándose el deseo de que abran de par en par las puertas, cuando menos los domingos ¡Oh los domingos! Esos días de aburrimiento estellés, con el consiguiente chubasco y el más consiguiente lodazal de nuestras calles, necesitan y piden con mucha justicia que haya Teatro ¡Aunque sea con cine! Ahora tenemos una ventaja más para ir al Teatro, o mejor dicho, la tienen las señoras. No hay que temer al humo del cigarro que estos días pasados asfixiaba (...) No hay quien haga entender a esa poderosa Compañía (Arrendataria de Tabacos, después Tabacalera) que las expendedurías no nos sirven porque no reciben (...) Así es, señores, que hasta la Arrendataria parece que tiene interés en que haya Teatro, ¡por lo menos, Teatro... sin humo!


Grupo de estelleses participante en una de las Galas Estellesa organizada por el Club Deportivo Izarra.

Después de La Teatral Estellesa abrieron sus puertas el Cine Pax y el Cine Lux (con 768 localidades, comenzó a funcionar el día de la Virgen del Puy de 1962, y proyectó su último film el 31 de diciembre de 1990), ambos de la Iglesia, y el Cine La Ideal, perteneciente a la misma empresa que La Teatral.

Cuando se cerró la última sala, un grupo de jóvenes, agrupados bajo el nombre de Cinéfilos Anónimos, proyectó cine en el salón de la Escuela de Música hasta que en 1999 se instalaron los multicines Golem Los Llanos, con sus tres salas, en el antiguo convento de San Benito.


Llamadas unas veces Perfiles Estelleses, y otras Galas Estellesas, eran espectáculos que las entidades de la ciudad organizaban en beneficio del Santo Hospital y Casa de Misericordia. En la foto, exterior del programa de 1952,  sexto año que se celebraban.

Desde que en el siglo XVI Leonardo da Vinci construyó la Cámara Oscura en la que observaba las relaciones exactas entre los objetos, y sus colores, el hombre intento fijar las imágenes y el movimiento.

En 1645 Athanasius Kircher creó la Magia Catrópica, o Linterna Mágica, especie de cámara oscura que proyectaba las imágenes de dentro hacia afuera. Poco después de 1824 el mundo conoció el Traumátropo, lámina o cartón colgado en cuyas dos caras se habían pintado figuras distintas y relacionadas, de manera que al girar el cartón se percibía una sola imagen (por ejemplo, un pájaro en una cara, y una jaula en otra, al girar la lámina la permanencia de la imagen en la retina permitía ver al pájaro dentro de la jaula). Pocos años después, Antoine Plateau creó el Fenaquistiscopio, consistente en dos cartones cortados en forma de disco, uno pintado de negro y con ranuras que coinciden con figuras dibujadas en el otro disco. El giro del primer cartón daba la sensación de estar viendo una imagen en movimiento.


En estos espectáculos, muy variados, participaban aficionados y artistas locales. En la foto, interior del programa en el que se expone el nombre de los artistas y el número que ejecutarán.

Emile Reynaud, con su Praxinoscopio, proyectaba largas series de más de 500 transparencias de dibujos a partir de un aparato cilíndrico que, al proyectarse sobre una imagen de fondo, fue el comienzo de los dibujos animados.

Thomas Alva Edison construyó en 1890 un laboratorio, considerado como el primer estudio de cine del mundo, en el que realizaba experimentos sobre imágenes en movimiento. De él salió el Kinetoscopio (película muy estrecha, de unos 15 metros de largo, que el espectador veía individualmente a través de una lente de aumento), considerado por muchos como la primera cámara de cine del mundo.


Conjunto de músicos estelleses, en el escenario de La Teatral Estellesa, y con decorado teatral de fondo.

Cuando llegó la fotografía, mucha gente, no contenta con las instantáneas en las que la inmovilidad era necesaria para ver nítidas las imágenes, quiso plasmar el movimiento. Para lograrlo, el anglo-americano Edgard Muybridge, en 1887, empleó una batería de 24 cámaras con las que quiso grabar el movimiento del galope de un caballo.

Pero fueron los estadounidenses Hannnibal Goodwin y George Eastman quienes, al desarrollar en 1889 la emulsión fotográfica de alta velocidad montada en celuloide resistente, sentaron las bases para hacer posible la filmación.

Como Edison no tenía patentado su invento en Inglaterra, William Paul perfeccionó el Kinetoscopio y dio a conocer una cámara llamada Bioscope, que, si bien podía hacer proyecciones, no tenía resuelto el problema de arrastre.


Ejemplo de acto político desarrollado en La Teatral Estellesa: Asamblea de representante de Municipios vascos durante la presentación del llamado Estatuto de Estella.

Todo cambió cuando el 13 de febrero de 1895 los hermanos Louis (físico, 1864-1948) y Auguste (biólogo, 1862-1954) Lumière idearon un sistema de arrastre de película y presentaron ante la Oficina de Patentes de París un aparato mediante el que se podían obtener y ver pruebas cronofotográficas. Con el nombre de Cinematógrafo lo presentaron en marzo del mismo año a la Socété d´Encouragement à l´Industrie Nacional, proyectando una película (Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir) rodada tres días antes.

Pocos meses después, el Día de los Inocentes de 1895, quienes paseaban por el Boulevard des Capucins de París fueron invitados a entrar en el Salon Indien del Gran Café para presenciar las primeras proyecciones públicas del Cinematógrafo, entre las que se encontraba la primera película de ficción de la historia, El jardinero regado.

El hecho no tuvo demasiado eco en la prensa, y la discreta asistencia motivó que los Lumière creyeran haber dado a luz "una invención sin ningún futuro", dedicada a plasmar la realidad cotidiana, y circunscrita al ámbito familiar.


Fotografía tomada el 29 de octubre de 1999 durante el derribo de La Teatral Estella. En ella se aprecia la planta superior, conocida como El Gallinero por los grandes alborotos que en ella se daban. Los primeros años en que lo conocí no disponía de butacas, sino de bancos corridos, delante de los cuales había unas pocas filas de butacas de madera conocidas como el Anfiteatro.

Pero entre los asistentes a la proyección se encontraba Georges Méliès, director de un teatro parisino, quien intuyó las posibilidades que el invento ofrecía como fábrica de ilusiones y medio con el que hacer dinero. Intentó comprar el invento a los Lumiére, quienes rechazaron la oferta porque no creían en la capacidad comercial del mismo.

Entonces Méliès compró el Bioscope a Paul, lo adaptó al sistema de arrastre del Cinematógrafo, y comenzó a proyectar en su teatro los cientos de films (entre ellos el famoso Viaje a la Luna) que salieron de su productora Star Films, y en los que aplicó los primeros trucos de la historia del cine. Méliès siguió explotando su ingenio hasta que se le acabaron las ideas, se volvió repetitivo, y en 1906 comenzó una decadencia que le llevó a cerrar en 1919 su productora. Arruinado, abrió una tienda de juguetes, y permaneció en el olvido hasta que años después fuera redescubierto y reivindicado por unos periodistas.

¡Había nacido el cine! Atracción de feria al principio, pronto en las grandes ciudades se habilitaron locales, y durante 30 años se proyectaron películas mudas acompañadas por un pianista que en vivo y en directo ponía música a la sesión, y una persona improvisaba una narración sobre lo que se veía en pantalla.


Sentado, el segundo por la izquierda, con boina y gafas, Estanislao Sola "Bocha". Junto a él, también sentada, su hija María. De pie, de izda. a dcha., Mari Cruz Azpilicueta, Sr. Zábal, XX, y Teófanes López de Goicoechea, cartero y músico que con ironía, chistes y ocurrencias animaba las tertulias.

En Estella -oí contar a mi padre-, las primeras proyecciones (ver nota 1) se dieron, durante las ferias de San Andrés de principios del siglo XX, en el local que ahora ocupa el bar Pigor. El músico y narrador era Estanislao Sola, personaje ocurrente, chistoso, elocuente; relojero, armero, óptico, músico y vendedor de objetos varios, llamado "Bocha" por la capacidad que tenía para inventar cuentos e historias; en definitiva, bochas o mentiras. "Bocha" comenzaba a explicar las escenas que se veían en pantalla, y si por cansancio u otro motivo dejaba de narrar, el público comenzaba a gritar: ¡¡Que expliiique!! ¡¡Que expliiique!! Y Sola continuaba su explicación.

Blasco recoge en sus memorias el impacto que le produjo el cine cuando lo vio por primera vez en una barraca durante las fiestas de San Fermín: "...en la titulada Cine Farrusini vi el año 1897 las primeras sesiones de cinematógrafo, que constaban de diez proyecciones de pocos minutos de duración, la mayor de unos diez minutos, y cuyas películas eran vistas de barcos, mares, trenes, o las tropas españolas desembarcando en Cuba. Cinematógrafos que a la entrada tenían un órgano monumental, Limonaire Freire, cuyas obras musicales (...) retumban en mis oídos como si fuera en aquel tiempo". Cuenta que años después, establecido Farrús en la calle San Miguel de Zaragoza, las sesiones de cine mudo acababan muchas veces con varietés o ventríloco.


Edificio que compró el Dr. Blasco cuando se instaló en Estella. En los bajos estableció su Clínica. Dicen que en su origen el edificio fue convento, quizá, por la especie de veleta-espadaña que tiene sobre el tejado, y que he sobrepuesto en el ángulo superior derecho de la fotografía.

Las películas mudas se proyectaban a la velocidad que quería el operador, siguiendo, con frecuencia, las indicaciones escritas del distribuidor. Con la llegada del cine sonoro, la necesidad de transmitir voz y sonidos a una velocidad aceptable y regular obligó a establecer un estándar de filmación y reproducción, adoptado los 24 fotogramas por segundo porque es la frecuencia más baja y, por tanto, más económica, a la que se obtenían resultados satisfactorios.

La primera filmación en suelo navarro se realizó durante la procesión de San Fermín de 1902, pero hasta 1928, cuando Francisco Camacho rodó Zalacáin el aventurero, no se filmó una película en Navarra. Con el tiempo, se rodaron en la Merindad películas de renombre internacional, como Patton, y otras más entrañables para nosotros, como Tasio, que, ambientada en Tierra Estella, recrea la vida de uno de sus habitantes.

Recientemente Estella ha vuelto a estar en el interés del mundo del cine, y en ella se han rodado películas como Los Borgia y Bajo las Estrellas, premiada ésta última en el festival de Málaga, y cuya historia, basada en la novela El trompetista de la Utopía, de Fernando Aramburu, discurre en la ciudad del Ega. Cuando escribo estas líneas me comunican que el pre-estreno mundial de la película, con asistencia del Director (Félix Viscarret) y de actores como Alberto San Juan y Enma Suarez, se realizará en los Cines Golem-Los Llanos de Estella el jueves 7 de junio a las 20,30 horas. Aún más recientemente, Julia Juániz Martínez (Arellano 1956), montadora con proyección internacional, ha recibido el Premio Zinemira 2017 del Festival de San Sebastián.


Anuncio de la Clínica del Dr. Blasco en un ejemplar de La Merindad Estellesa de 1917.

Nota 1.- Sobre los inicios del cine en Estella, F. Arteaga Larramendi escribía en la Revista de Fiestas de Zunzarren del año 1955 lo que a continuación resumo: Farrusini vino durante las ferias de San Andrés, con una barraca en cuya puerta tenía un órgano sobre el que se posaban treinta figuritas que, siempre en movimiento, llevaban el compás de la música, hasta que Estanislao Sola, alias "Bocha", comenzó a hacerle competencia con proyecciones de peor calidad pero más baratas.

Poco después entró en escena el Círculo Católico de Obreros, proyectando películas poco atractivas y anticuadas en un salón calentado por una estufa que llenaba el aire de un humo irrespirable. Competencia a la que respondía "Bocha" con películas atractivas y un cartelón en el que escribió: "Señores, aquí no hay calefacción, pero sí buena intención".

A estos cines de feria les sucedió otro más postinero que levantaron, donde hoy está Muebles Guibert, dos carpinteros de la ciudad (Mendaza y Garmendia). Era un salón elegante y bien montado, en el que durante los pocos inviernos que duró su actividad hubo cine, "varietés" y otras atracciones.

Al ser mudas las películas, "Bocha" en su cine, y Otegui en el de Mendaza y Garmendia, animaban las sesiones explicando a su manera lo que los expectadores veían en pantalla. Eran los "explicadores". Un día que el explicador permanecía callado, el público comenzó a impacientarse, y la sala se llenó de silbidos, gritos y voces: "¡que expliquen! ¡que expliquen!". El barullo aumentó hasta que del fondo de la sala salió una voz tenue y ronca que dijo: "Respetable público, no se puede explicar porque el explicador está afónico". La gente no se dio por satisfecha, y la bronca aumentó hasta que se improvisó otro "explicador".

Nota 2.- Quién desee adquirir un mayor conocimiento de la historia del cine, de los  intentos de plasmar la imágen que le precedieron, y ver los aparatos originales que el hombre ideó para ello, puede visitar el Photomuseum de Zarauz, en Guipúzcoa.

Agradecimientos:


                A Carlos Monterrubio, que puso en mis manos la obra de Alberto Cañada Zarranz "Simón Blasco Salas (1885-1968). Un médico de Estella en el mundo del cine", cuya lectura recomiendo a quien quiera profundizar en el tema.
                A Alberto Cañada, de cuya obra he tomado abundante material.
                Al propio doctor Blasco, de cuyo libro "Recuerdos de un médico navarro", Ed. Gómez 1958, me he servido.
                A Milagros López Arruti, y a Calle Mayor, que me dejaron algunas fotografías.
                A José Sánchez Ugarte, quien puso en mis manos su colección de La Merindad Estellesa.
                A otros muchos cuyo nombre he olvidado o desconozco.

 

Junio de 2007

 

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© Javier Hermoso de Mendoza