César Borgia
"Aut Caesar aut nihil" (O César, o nada)

Mientras la ciudad de Viana (Navarra) preparaba la celebración del V centenario de la muerte de César Borgia, en Estella y en la sierra Urbasa se filmaban escenas de la película "Los Borgia".

La vinculación de César con Navarra, la película, y las actividades que Viana le ha dedicado, son  responsables de este trabajo.

He procurado resumir la historia de la familia Borgia, acompañándola de reproducciones históricas, fotografías de lugares que marcaron la vida de César, escenas de la filmación de la película en Estella, y de las actividades desarrolladas en Viana. El lector dirá si he conseguido el propósito.


A la derecha, Calixto III; a la izquierda, Alejandro VI en un óleo de Juan de Juanes (Vicente Juan Masip, Valencia 1523, Bocairente 1579). La forma de identificarlos está en los escudos: un toro paciendo sobre campo de oro en el de Calixto III, y partido, con el toro en el cuartel derecho y tres bandas en el izquierdo, en el de Alejandro VI.

El apellido Borgia procede de la italianización de Borja, nombre de población aragonesa que tomó como apellido una familia que acompañó a Jaime el Conquistador en la conquista del reino moro de Valencia. Encargada de repartir entre los cristianos las tierras de la zona, se estableció en Játiva alcanzando una posición dominante.

De allí salió Alonso de Borja, arzobispo de Valencia, para ser elegido Papa (Calixto III) en un cónclave dividido a partes iguales entre los Colonna y los Orsini, lo que obligó a elegir un candidato "neutro" de elevada edad.

En su corto pontificado (1455-1458) se preocupó por su familia, y llevó consigo a Rodrigo, hijo de su hermana Isabel, nacido el 1 de enero de 1431.


Alejandro VI, orando ante la resurrección de Cristo, en un fresco, pintado por Pinturicchio, que se halla en los alojamientos Borgia de El Vaticano.

Rodrigo fue nombrado cardenal cuando contaba veinticinco años, y un año más tarde ascendió a vicecanciller de la corte pontificia (no se ordenó sacerdote hasta los treinta y siete años). Cargo en el que permaneció treinta y cinco años a lo largo de cinco pontificados.

A la muerte de Calixto III el pueblo romano asaltó los palacios de "los catalanes" (nombre por el que se conocía a los españoles), pero Rodrigo, que para aquellas fechas había alcanzado uno de los primeros puestos entre los cardenales más ricos de Roma, logró proteger sus bienes y conservar sus cargos.

Frustrado su primer intento de alcanzar el papado (1484), lo consiguió en 1492, contando sesenta y dos años, en un cónclave en el que repartiendo grandes sumas de dinero, favores y títulos (un coetáneo lo describió como  "la distribución evangélica de sus bienes"), venció a Julián de la Rovere, su más encarnizado enemigo.


Lucrecia se enfrenta a su padre en la representación realizada en Viana el 8 de julio de 2007.

Roma celebró la elección con grandes fastos, y Alejandro VI se presentó al pueblo con una pompa que lo asemejaba a "un emperador". Al ser preguntado por el nombre que adoptaría como Papa, respondió que "el de Alejandro Magno, el Invencible", y haciendo honor al general heleno dedicó sus esfuerzos a transformar los Estados Vaticanos en una especie de monarquía hereditaria que legar a sus hijos.

Comenzó su papado con mano enérgica, restaurando el orden y la autoridad, y acabando con el crimen impune, hecho que le reportó el apoyo del pueblo.

Amante de la caza, el cardenal Rodrigo Borgia era, sobre todo, un personaje extremadamente mujeriego (algo habitual en una época cuyo clero ejercía una gran promiscuidad sexual) y sumamente atractivo para el bello sexo. Gaspar de Verona, su preceptor, señala que "tiene la mirada alegre y el porte feliz, y su habla es encantadora y de las más atractivas", y es capaz de seducir y emocionar a las mujeres en forma sorprendente, y atraerlas tan irresistiblemente como un imán.


Pintura de Bartolomeo Veneziano que, al parecer, representa a Lucrecia Borgia.

Cuando alcanzó el papado ya tenía media docena de hijos, a los que naturalizó, legitimó, enriqueció, y utilizó con la pretensión de crear, a través de alianzas matrimoniales, una corriente política que lo apoyara. Los más famosos fueron César, nacido a finales de 1474, Giovanni (o Juan), a comienzos de 1476, Lucrecia, en abril de 1480, y Jofré (o Wilfredo), a finales de 1482.

Su madre era Rosa Vanozza dei Cathanei, a la que esposó con Domenico d´Arignano para que se le atribuyera la paternidad de César. Abandonada por su primer marido, volvió a ser casada, por parecido motivo, con Giorgio San Croce, persona, al igual que el anterior, de edad avanzada.

Durante el tiempo que duró su relación con Vanozza, Alejandro le fue fiel, la trató como si fuera su legítima esposa, y tuvo con ella una convivencia estable, casi monógama.

Acabada la relación, en 1486 casó con Carlo Canale, y terminó su vida, a los setenta y seis años, con fama de piadosa, dejando sus propiedades a la Iglesia.


Pintura de Giuseppe Boschetto que representa a Lucrecia Borgia ayudando a su padre en la administración y dirección de los asuntos vaticanos.

Otra amante fue Giulia Farnese, conocida como "Giulia la Bella", por su hermosura, y "esposa de Cristo", por su relación con el Papa.

La conoció en casa de su prima Adriana de Milá, con cuyo hijo Orsino Orsini había casado a los diecinueve años. Era una mujer graciosa y gentil, que por su hermosura causaba admiración, y de la que se decía que nació con el don de la belleza. Su cabellera dorada le llegaba hasta los pies, y cuando la dejaba suelta hacía hervir la sangre de los romanos.

Investido Papa, con ella tuvo una hija, registrada oficialmente como Laura Orsini. Muerto su verdadero padre (Alejandro VI), casó con Nicolás de la Rovere, sobrino del papa Julio II.


Lucrecia Borgia y Alejandro VI en la representación realizada en Viana el 8 de julio de 2007.

Objeto de una leyenda negra que lo acusó de simonía (compra-venta de beneficios sacramentales y eclesiásticos), de envenenar a los cardenales rivales, de incesto con su hija Lucrecia, y de muchas más cosas, Alejandro VI fue un gran mecenas, un celoso defensor de la independencia de los Estados Pontificios, y un personaje que, rodeado de artistas como Bramante, Miguel Ángel, El Bosco, Galileo, Mantegna, Bellini, Il Pinturicchio o da Vinci, entierra los tiempos góticos para dar paso al Renacimiento.

El papa Borgia reconstruyó la universidad de Roma (La Sapienza), apoyó el teatro y la música, y permitió la libre expresión sin importarle la crítica hacia su persona. Libró al Vaticano de la bancarrota, y saneó sus finanzas.

En su papado hay grandes luces y negras sombras. Reconocido por su labor administradora, fue odiado por sus amoríos, su nepotismo, elevar al cardenalato a diecinueve compatriotas, haberse rodeado de sirvientes "catalanes", y llenar la ciudad de familias españolas.

Los romanos le apodaron "il marrano", intentando hacer escarnio de su supuesta ascendencia judía. Un diploma de la Universidad de Bolonia, donde estudió, dice de él al señalar su muerte: "et sepultus in inferno" (enterrado en el infierno).


Diversos retratos de Lucrecia. De arriba abajo, y de izquierda a derecha, anónimo, un óleo del siglo XVI existente en el palacio ducal de Urbino, como duquesa de Ferrara, y pintada por Pinturicchio.

Nicolás Maquiavelo dijo de él: "Nada hizo sino decepcionar (...); nunca hubo hombre que tanto prometiera y nada cumplió. No obstante, en todo triunfó, pues estaba bien informado sobre su parte del mundo".

Historiadores católicos, como Luis Von Pastor, dicen en su "Historia de los Papas": "Fue universalmente descrito como un monstruo, además de ser acusado de cualquier tipo de crimen. La investigación moderna le ha juzgado con más justicia y ha rechazado gran parte de las acusaciones que se hicieron en su contra".

El protestante Roscoe señala: "Cuando prácticamente la totalidad de los soberanos europeos utilizaban básicamente los mismos métodos criminales para gratificar sus ambiciones, resulta injusto atribuir a Alejandro la extraordinaria infamia que le ha perseguido (...) Los vicios de Alejandro fueron acompañados, cuando no compensados, por sus muchas virtudes".

Guichardin, que le detestaba, dijo que poseía una astucia y una sagacidad extraordinaria, un juicio excelente, una fuerza de persuasión maravillosa, una gran aplicación y una real capacidad para manejar cuestiones difíciles.


A la derecha María Valverde, en su papel de Lucrecia, junto a Cate Sanders, en el papel de Giulia Farnese, durante el rodaje de "Los Borgia" en el claustro de San Pedro de Larrúa de Estella. Fotos Calle Mayor.

Alejandro adoraba a su hija Lucrecia, joven de discreta belleza, cuyo rubio cabello era tan largo y pesado que le producía dolores de cabeza.

Lucrecia vivió una infancia feliz, pero a los trece años, por razón de estado, fue casada con Giovanni Sforza, Señor de Pesaro, que le doblaba la edad y estaba viudo.

Cuatro años más tarde, también por razón de estado, invocando impotencia se pidió la anulación del matrimonio. Lo negó el marido (la impotencia no debía ser tal, pues su primera esposa murió de parto, y la tercera le dio un heredero), y contraatacó con una acusación de incesto.

Una delegación papal comprobó la virginidad de Lucrecia, y Giovanni Sforza fue emplazado a mostrar su virilidad.

No lo acepto, pero se avino a la anulación del matrimonio, devolviendo la dote.


A la izquierda Diego Martín, y a la derecha María Valverde, durante el rodaje de "Los Borgia" en el claustro de San Pedro de Larrúa de Estella. Fotos Calle Mayor.

Refugiada en un convento, pocos meses después dio a luz un niño cuya paternidad no se ha aclarado, pues mientras unos lo atribuyen a Alejandro VI, otros lo consideran hijo de Pedro Calderón, camarero del Papa y enlace entre padre e hija. A los días apareció Calderón ahogado en el Tíber.

Por las mismas fechas nace otro hijo del Papa, conocido como el infans Romanus, por lo que muchos creen que este infante y el hijo de Lucrecia son el mismo niño, fruto de las relaciones incestuosas entre padre e hija.


Alfonso de Este y su esposa Lucrecia Borgia, Museo Schifanoia (Ferrara). Esta medalla puede representarla fielmente.

Poco después Lucrecia fue desposada con Alfonso, Duque de Bisceglia, hijo del rey de Nápoles. Joven de físico agraciado y un año menor que ella, de él se enamoró perdidamente.

Partidario Alfonso de los españoles, y César de los franceses, la convivencia entre cuñados no fue pacífica, encendiéndose entre ellos un vivo odio.

La noche del 15 de julio de 1500 Alfonso fue gravemente herido. Lucrecia le atendió amorosa día y noche. Casi repuesto, y convencido de que sus heridas habían sido auspiciadas por su cuñado, le disparó una flecha, errando el blanco. César envió su guardia a que le dieran una lección, y lo ahogaron con la almohada.

Lucrecia se retiró a Nepi desconsolada, donde la visitó su hermano, que, al igual que el padre, la adoraba y amaba como si fuera su esposa. Esa reconciliación, y las muestras de cariño con que la obsequiaban ambos, hizo que se reavivara el rumor de su relación incestuosa, lo que debe ser falso. Pero la leyenda, y el ser llamada "la hija del Papa, esposa y nuera", ha perdurado hasta nuestros días.


María Valverde, como Lucrecia, en un retoque de maquillaje durante el rodaje de "Los Borgia" en el claustro de San Pedro de Larrúa de Estella. Foto Calle Mayor.

No acabó ahí su vida amorosa. El mismo año fue ofrecida en matrimonio a Alfonso de Este, hijo y heredero del Duque de Ferrara, casándose, al año siguiente, con sólo 21 años de edad.

Lucrecia partió al encuentro del prometido con una comitiva formada por doscientos caballeros, músicos y bufones, y un cortejo de 180 personas entre las que iban cinco obispos. El ajuar lo transportaban 150 mulas. Después de veintisiete días de viaje, la comitiva, nunca igualada, fue recibida en Ferrara con fiestas que causaron admiración.

Nunca más regresó a Roma, ni volvió a ver a su familia. Falleció en Ferrara, en 1519, a los 39 años, a consecuencia de su séptimo parto.

La hija del Papa ha pasado a la historia como una mujer depravada e intrigante, prototipo de corrupción y crueldad, pero su desapasionado estudio la muestra con no pocas virtudes, utilizada para satisfacer las ambiciones políticas de su padre y hermano.

Cuando antes de casar con Alfonso de Este los embajadores de Ferrara informaron al futuro esposo, dijeron: "es una mujer de lo más amable e inteligente, además de estar dotada de todas las bendiciones (...) Extremadamente bondadosa en todos los aspectos, es modesta, tierna y decorosa (...), piadosa y devota cristiana (...) Es una mujer realmente hermosa, pero su encanto es aún más cautivador. Resumiendo, su carácter es tal que es imposible sospechar que exista algo siniestro en ella".


Otra escena del rodaje de "Los Borgia" en el claustro de San Pedro de Larrúa de Estella. Foto Calle Mayor.

Era el de Alejandro VI un juego a varias bandas de frutos efímeros y gran inestabilidad. Para contrarrestar el efecto de la boda de Lucrecia con un Sforza, que le ganaba el apoyo de la familia milanesa pero le enemistaba con Nápoles, pactó el matrimonio entre Jofré y Sancha de Aragón, hija de Alfonso II, rey de Nápoles, boda que se celebró en 1494.

Jofré fue en todo una nulidad, y Sancha se convirtió en protagonista de escándalos en los que participaron sus cuñados César y Giovanni, amantes suyos, y numerosos jóvenes cardenales.


Medallas de Alejandro VI, que pueden representarlo fielmente (la segunda es reproducción). En la primera, durante su coronación; en la segunda, en el ejercicio del papado.

Giovanni, Duque de Gandía, sólo heredó de su padre la afición a las mujeres. Era guapo, simpático y buen hijo, pero no tenía dotes militares. Enviado a España, casó con María Enríquez, sobrina de Fernando el Católico (los Reyes Católicos debían ese título a Alejandro VI). Este Borgia fue un bala, aficionado al juego, que abandonando a su mujer se pasaba las noches alborotando las calles.

Paralelamente, la muerte de Ferrante de Aragón desató las codicias francesas y españolas sobre Nápoles, y motivó que Carlos VIII de Francia invadiera Italia, recibiendo el apoyo de numerosos cardenales deseosos de acabar con Alejandro.

El Papa se atrincheró en el Castillo de Sant Angelo, pidió apoyo al sultán turco, y envió delegados para tratar con el invasor. Éste, que sólo tenía pretensiones sobre Nápoles, pactó el paso de su ejército, y tras conseguir el perdón para los cardenales díscolos, y la entrega de César como rehén, le expresó obediencia formal a la vez que creía asegurarse la colaboración del papado.

Regresa el ejército a su país, César se escapa, y el Papa urde la Santa Liga contra el rey francés, que vuelve a invadir Italia, siendo derrotado. Tres años después fallece, sucediéndole Luis XII.


A la izquierda, el escudo de Alejandro VI, procedente del castillo de Sant Angelo. A la derecha, salvoconducto dado por César a Leonardo da Vinci (18-08-1502), y sello de César como obispo de Pamplona.

Pasado el peligro francés, Alejandro VI reorganiza el ejército vaticano y, al mando de Guidobaldo de Urbino y de su hijo Giovanni, lo envia a conquistar las fortalezas de la Romaña que habían aprovechado las incursiones francesas para enfrentarse a Roma.

El ejército sufre una severa derrota, y el joven Borgia, ligeramente herido, alcanza Roma a uña de caballo. Giovanni queda moralmente hundido, y mientras César desea su regreso a España, Alejandro mueve los hilos para conseguirle el trono de Nápoles.

La rivalidad entre hermanos continúa, y el cadáver de Giovanni aparece sobre las aguas del Tíber. Asesinato que los romanos atribuyen a César, porque le tenía una gran antipatía, se había convertido en obstáculo a sus intereses, y tiene su sello: rápido, silencioso, despiadado, sin una palabra antes ni después.


En la represtación realizada en Viana (08-07-07), Alejandro se arrastra dolorido al recibir la noticia de la muerte de su hijo Giovanni.

El Duque de Gandía tenía al morir veinticuatro años, y su cuerpo, conducido a lo largo del Tiber, con la faz descubierta, iluminado por doscientas antorchas, y con un gran cortejo, causó profunda impresión. El Papa, abrumado de dolor, desde la ventana de su aposento lanzaba gritos lastimeros que se oían a gran distancia.

Apesadumbrado porque la futura gloria de su casa hubiera sido echada al río "como una basura", se encerró en su habitación y permaneció tres días sin comer ni beber y llorando amargamente.

Pasado el primer dolor, reunió a los cardenales y les dijo: "... No atribuimos ya ningún valor al pontificado, ni a cosa alguna. Si lo obtuviéramos siete veces, otras tantas lo renunciaríamos para volver a la vida al duque. Quizá Dios lo ha querido así a causa de alguno de nuestros pecados...".

Anunció la reforma de la Iglesia, labor que encomendó a seis cardenales que pronto abandonaron el trabajo porque las necesidades económicas del proyecto político del Papa lo exigieron.


Distintos retratos de César. De izquierda a derecha y de arriba abajo, de niño por Pinturicchio (1482-1485), por Altobelo Melone, como cardenal, y por Juan de Juanes

César era bien parecido, rubio, alto, fuerte y valiente, descrito como "joven de gran inteligencia y excelente disposición, alegre y siempre de buen humor". Estudió Derecho en Perrugia, y dominaba el griego, el latín, el castellano, el italiano, el catalán y el francés. Destacaba por su capacidad militar, y deseado por las mujeres, éstas ocupaban un lugar secundario respecto a su ambición de poder. Sólo tuvo cariño por su hermana Lucrecia.

Aunque no tenía inclinación eclesiástica, a partir de los siete años Sixto VI lo nombró protonotario apostólico, prebendado y canónigo de Valencia, párroco de Gandía, y archidiácono de Játiva, e Inocencio VIII le otorgó el obispado de Pamplona como regalo al cumplir los dieciséis años.

Un año más tarde Alejandro VI lo nombró Arzobispo de Valencia, y a los dieciocho años lo alzó al cardenalato. Todo ello sin haber sido ordenado sacerdote.


Ambiente callejero junto al edificio en que residió César en Viana, durante la representación del 08-07-07

Fallecido Giovanni, el Papa cayó bajo la influencia de César, al que temía. Accediendo a sus deseos, en 1498 invalida su nombramiento como cardenal, lo libera de los votos eclesiásticos, y lo pone al mando del ejército papal.

Sus victorias enconaron a sus enemigos y le granjearon recelos entre sus propios aliados. Éstos, viéndose objeto de sus ambiciones, crearon una liga contra él, pero su rápida reacción y las negociaciones del Papa la hicieron fracasar.


El castillo de Chinchilla, convertido en penal, en una fotografía de principios del siglo XX. En él estuvo preso César durante su estancia en España.

César inicia entonces su relación con Francia, entrevistándose con Luis XII, a quien ofrece sus servicios y le consigue las bulas papales que le permiten anular su matrimonio con Juana de Valois para casarse con Ana de Bretaña.

Como recompensa lo nombra Duque de Valentinois (Valentino en castellano, Valence en francés), y apaña su boda con Carlota de Albret, hermana del rey de Navarra, con la que se casó el 12 de mayo de 1499. Con ella, considerada la más bella y más viva de las damas de honor de Ana de Bretaña, tuvo una hija, de nombre Luisa, a la que no llegó a conocer pues a los cuatro meses se separó de su esposa y nunca mas volvió a verla.

Carlota vivió con gran comodidad en el castillo de Lamotte-Feully, cerca de Bourges, y al quedar viuda vistió la casa de luto y permaneció encerrada hasta su muerte.

Luisa era pequeña y fea, con nariz poco agraciada, y una desagradable señal en la frente. En 1517 casó con Luis de la Trémouille, el "caballero sin miedo y sin reproche" que murió en Pavía cuando Francisco I de Francia fue hecho prisionero. Su segundo marido fue Felipe de Borbón, barón de Busset, del que creo que descendía Magdalena de Borbón-Busset, esposa de Francisco Javier de Borbón-Parma, el Rey Javier de los carlistas. Luisa murió en 1553.


Castillo de La Mota, en Medina del Campo, de donde se fugó César deslizándose por una cuerda desde la ventana opuesta a la que se ve en la torre del homenaje.

Su matrimonio con Carlota selló la alianza entre Francia y el papado, rompiendo la Santa Liga que Alejandro había formado en 1495, y favoreciendo las pretensiones francesas sobre Milán y Nápoles.

Esta alianza facilitó la solución de los problemas internos que Alejandro VI encontró al ser nombrado Papa: unos Estados Pontificios en desintegración, divididos y gobernados por dictadores locales que prácticamente habían alcanzado la independencia creando leyes y ejércitos propios.

Para acabar con ese estado encomendó la labor a su hijo César, caudillo sin escrúpulos y buen administrador, visionario e inteligente, en igual medida temido y admirado, que no se arredraba ante nada: en diciembre de 1502 invitó a sus principales enemigos a cenar en el castillo de Senigallia y, después de compartir el banquete, los mandó matar.


César ofrece sus servicios al rey de Navarra durante la representación del 08-07-07 en Viana.

César mostró tal diligencia, habilidad, astucia, eficacia, y capacidad para ganarse aliados, que despertó la admiración de sus coetáneos.

Para él trabajó como ingeniero militar Leonardo da Vinci, y atrajo a Nicolás Maquiavelo, quien lo inmortalizó como prototipo de político renacentista en su obra "El Príncipe", y dijo de él: "Es un Señor espléndido y magnífico, y tan audaz que cualquier empresa, por difícil que sea, la maneja como si fuera sencilla (...), no conoce el peligro ni la fatiga (...) Se hace querer entre sus soldados, eligiendo para ello a los mejores de toda Italia...".


Iglesia de Santa María en Viana. Por el lugar desde el que tomé la foto pasó César al encuentro de la muerte.

Comienza el siglo XVI, y con su nombramiento como Duque de la Romaña (1501) alcanza la cumbre de su poder. Pero dos años más tarde, al derrotar Gonzalo de Córdoba (El Gran Capitán) al ejército francés y anexionar Nápoles a la corona de Aragón, inicia su declive.

Por aquellas fechas, con setenta y dos años cumplidos, Alejandro VI gozaba de una salud envidiable, y los que le trataban le veían rejuvenecido y contento.

El 5 de agosto de 1503 Alejandro y César fueron invitados a cenar en los jardines de la villa del Cardenal Adriano. A los días, los asistentes padecieron vómitos y fiebre, falleciendo Adriano. Los médicos diagnosticaron malaria, pero el pueblo habló del veneno de los Borgia.

Alejandro VI alternó días de lucidez y de postración, falleciendo el 18 de agosto de 1503. Su cadáver se ennegreció y se descompuso de inmediato, y sus enemigos extendieron la noticia de que antes de morir pudo ver cómo el diablo se llevaba su alma, cobrando así la parte del pacto por el que le otorgó poder y riqueza.

Los restos de los dos papas Borgia descansan en la iglesia de Montserrat, levantada como lugar de culto para los nacionales de la Corona de Aragón en Roma.


Barranca Salada, entre Viana y Mendavia, donde César encontró la muerte. En la fotografía sobrepuesta, la lápida que este año se colocó con motivo del V Centenario.

A su fallecimiento siguió una revuelta popular en la que "los catalanes" fueron perseguidos y asesinados. Mientras tanto, César, postrado por la enfermedad, perdía su capacidad de maniobra y sus enemigos recuperaban el poder perdido.

El golpe de gracia le llegó cuando fue elegido papa Julián de la Rovere (Julio II), acérrimo enemigo de los Borgia. Tras un corto periodo de difícil convivencia, el Papa urdió su entrega a Gonzalo de Córdoba, El Gran Capitán, quien lo engañó y lo envió preso a España.

Encerrado en el castillo de Chinchilla, intentó escapar tirando a su carcelero desde las almenas, lo que no consiguió. En vista de ello, la corona lo llevó a la fortaleza de La Mota, en Medina del Campo, considerándola más segura por estar lejos de la costa y ser propiedad de la Corona.


En la representación realizada en Viana el 08-07-07, César es transportado muerto.

Con el apoyo del Duque de Benavente consigue escapar deslizándose desde lo alto de la torre por una cuerda que los guardianes cortan entes de que llegue al suelo. Malherido, es recogido por los hombres de Benavente, y durante un mes se recupera en sus dominios.

La Corona ofrece 10.000 ducados de oro por su cabeza, pero César y dos más, fingiendo ser mercaderes de grano que habían acudido a Medina del Campo a vender avena, intentan llegar a Navarra en barco.

Se dirigen a Santander, donde levantan sospechas por la gran cantidad de dinero que ofrecen por el servicio de un navío. Interrogados, sus acompañantes responden, mientras César permanece callado y con la capucha puesta para no ser reconocido. El Alguacil encuentra razonables las explicaciones, y los deja seguir. Se embarcan, pero el estado de la mar les impide pasar de Castro Urdiales. Abandonando la costa, y pasando por Durango, a lomos de mula llegan a Navarra el 3 de diciembre de 1506.

Encontrándose sin dinero, y conociendo que el rey francés ha confiscado todas sus posesiones, acude a su cuñado Juan de Albret, rey de Navarra, que está en guerra contra el Conde de Lerín, Juan de Beaumont.


En el atrio de la iglesia de Santa María de Viana, esta placa indica el lugar en que reposan sus restos.

El 10 de marzo de 1507, con 1.200 jinetes, 130 mesnaderos y más de 5.000 infantes, junto con Juan de Albret se presenta en Viana para rendir el castillo en el que se había hecho fuerte Luis de Beaumont, hijo del Conde de Lerín.

Los sitiados, faltos de víveres están a punto de entregarse, cuando, aprovechando que César ha retirado la vigilancia a causa de una horrorosa tormenta, reciben los alimentos que sesenta mulas introducen por la puerta del Socorro (a este hecho debe el nombre).

Al sentirse Borgia burlado, viste presuroso la armadura, monta sobre un caballo de pelaje gris criado en Tudela, y con la coraza apenas sujeta sale en busca del enemigo adelantándose a sus tropas. Va tan enloquecido, que al pasar por el portal de de La Solana, jurando y blasfemando, cae con el caballo al suelo. Ciego de ira, monta de nuevo, y a galope tendido se dirige hacia Mendavia.

A la altura del Campo de la Verdad (lugar en el que desde principios de la Edad Media se celebraban torneos, y en el que Rodrigo Díaz de Vivar obtuvo el sobrenombre de Cid Campeador al derrotar al campeón navarro Gimeno Garcés) observa el Conde de Lerín la llegada de un jinete que cabalga como un loco. Preguntándose quién será, pide voluntarios para que salgan a su encuentro, presentándose García de Ágreda, Pedro de Allo, y otra persona de nombre desconocido.

Atraen a César al interior de la Barranca Salada, donde le era más difícil evolucionar con su montura, le rodean, y cuando César levanta el brazo para acometer a Pedro de Allo, García de Ágreda le hunde su lanza en el costado descubierto. Caído al suelo, es rematado por los soldados, quienes le despojan de su armadura y vestimenta, dejándolo desnudo "con sólo una piedra para ocultar sus vergüenzas". Tenía 32 años.


A la izquierda, busto de Orduna en una plaza de Viana. A la derecha, libro parroquial en el que se recoge el traslado de sus restos, monumento a César sufragado por el doctor Juaristi (la fotografía corresponde a una copia enviada al museo de San Telmo), y la Rocca Borgiana, residencia de la familia en Civita Castellana, conocida también como Forte Sangallo por haberla restaurado Sangallo el Viejo en 1492.

Cuando la armadura llega a manos del Conde de Lerín, se percata de que corresponde a un personaje de calidad, y entra en cólera con sus soldados por no haberlo hecho prisionero. Atrapado Juanicot Grasica, cuando le muestran la armadura rompe a llorar diciendo que aquella misma mañana se la había colocado a su dueño, "César de Francia, duque de la Romagna". Juanicot es puesto en libertad para que comunique el hecho al Rey, y el Conde y los suyos, impresionados por el suceso, se retiran a sus dominios de Lerín, en cuya parroquia de la Asunción permaneció expuesto como trofeo de guerra, hasta finales del siglo XIX, el escudo y estandarte de César.

El rey Juan de Albret, conmocionado por la pérdida de su Capitán General, manda recoger su cadáver, y le da sepultura en el interior de la iglesia de Santa María de Viana, mandando colocar sobre su tumba un espléndido sepulcro de alabastro que desapareció en el siglo XVII durante las pugnas de la Contrarreforma. El obispo de Mondoñedo, Antonio de Guevara, que pasó por allí en 1523, copió las dos cuartetas de su epitafio:


                                                      Aquí yace en poca tierra
                                                      el que toda le temía,
                                                      el que en la paz y en la guerra
                                                      en su mano la tenía.
    
                                                      ¡Oh, tú!, que vas a buscar cosas de loar,
                                                      si tú loas lo más digno,
                                                      aquí pare tu camino.
                                                      No cures de más andar.

Pocos años después, el obispo de Calahorra mandó sacar el cuerpo a la calle para que lo "pisase" todo el mundo.


Una vista, poco conocida, de la ciudad de Viana.

En 1885 se exhumaron los restos a petición del arqueólogo francés Charles Iriarte, quien buscaba la espada de César. A principios del siglo XX, un movimiento encabezado por el doctor Victoriano Juaristi reivindica su figura, y en el zaguán del Ayuntamiento colocan un sepulcro en su memoria (17-11-1935). Dos años después, comenzada la Guerra Civil, un grupo de personas lo destroza por considerar que era un oprobio para la ciudad que "un hombre tan malo" estuviera en lugar tan principal.

A mediados del pasado siglo se trasladaron al interior del atrio, delante de la puerta de la iglesia, bajo una lápida de mármol con la siguiente leyenda: "César Borgia, generalísimo de los ejércitos de Navarra y Pontificios, muerto en campos de Viana el XI de marzo MDVII".

Pocos años más tarde, la Diputación Foral de Navarra encargó a Fructuoso Orduna el busto que se puede ver junto al convento de San Juan del Ramo.

Últimamente se los ha querido trasladar al interior de la iglesia, pero el Arzobispado se ha negado aduciendo que el actual Código de Derecho Canónico impide enterrar dentro de los templos.

Finalmente, con motivo de este centenario, en la Barranca Salada, a 10 kilómetros de Viana, y al pie de la carretera de Mendavia, se ha colocado una cruz que recuerda el lugar en que cayó muerto el gran César Borgia, y Viana lo ha conmemorado con multitud de actos, festejos y exposiciones.


Varios retratos de César que, al igual que los anteriores, son  muy diferentes a la descripción que se hizo de él en Santander.

La suya fue una vida breve e intensa, de la que mucho se ha escrito. Sus hechos están claros, y su ambición queda reflejada en su lema "Aut Caesar aut nihil" (O César, o nada), al que parece predestinado desde el nacimiento (si el padre adoptó el nombre en honor a Alejandro Magno, a su hijo se lo puso en homenaje a Julio César). Pero, ¿cómo era físicamente César? El testimonio de los que le vieron en Santander lo retrata así: robusto y macizo, de talla media, con narices ampliamente abiertas y grandes ojos, llevaba las manos vendadas, y no parecía de la misma raza que los acompañantes. Otro lo describe con la cara desfigurada, una gran nariz y tez morena.

Esta descripción, realizada por gente rústica que desconocía todo sobre él, es muy distinta a la que hicieron los le trataron en Italia. ¿Al caer de la torre de La Mota sufrió heridas que lo desfiguraron? Es probable.

Para terminar, nada mejor que estas palabras de Álvaro Mutis: "Sería un poco largo de explicar, pero confieso que prefiero mil veces ser gobernado por el Valentino (César Borgia) que por la complicada urdimbre burocrática del estado moderno, tan sospechosamente interesado en mi bienestar y en el ejercicio de mi personal albedrío. Cuestión de gustos (...) y de saberlo pensar un poco a la luz de los últimos ciento cincuenta años de historia universal".


Fotografía parcial del claustro de San Pedro de Larrúa de Estella. La capilla que recoge la imagen no existe, y fue una construcción en cartón-piedra para ambientar el rodaje de "Los Borgia".

Nota 1: En el palacio de Gandía nació en 1510 el bueno de la familia: San Francisco de Borja. Biznieto de Alejandro VI, nieto de Giovanni, y IV Duque de Gandía. Ocupando un destacado lugar en la corte de Carlos V recibió el encargo de trasladar de Toledo a Granada el cadáver de la emperatriz Isabel de Portugal. Era un verano muy caluroso, y cuando al llegar abrió el féretro para dar testimonio de la entrega de los restos, un fuerte hedor salió del ataúd y encontró descompuesto el cuerpo de la hermosa Isabel. Sufrió tal crisis, que decidió "nunca más servir a un señor que se pueda morir". Se retiró a su tierra natal, y a la muerte de su esposa entró en la Compañía de Jesús. Rechazó el título de Cardenal, y llegó a ocupar el cargo de Prepósito General de la Orden.

Nota 2: Como anécdota, señalaré que durante las fiestas dadas en Roma con motivo de la conquista de Granada, César Borgia ofreció a los romanos, en la plaza de San Pedro, la primera corrida de toros que se ha celebrado en la capital de Italia.

Nota 3: La historia de los Borgia ha generado mucha literatura. Entre otras obras, se pueden citar a Pío Baroja (César o nada, 1910), Blasco Ibáñez (A los pies de Venus, 1928), Vázquez Montalbán (O César, o nada, 1991),  Manuel Vicent (Borja Borgia, 1995), Ivan Cloulas (Los Borgia: fama e infamia en el Renacimiento, 2003), Cuesta Millán (La vida secreta de los Borgia, 2006), Cebrián Zúñiga (Los Borgia: historia de una ambición, 2006), Guillaume Apollinaire (La Roma de los Borgia), L. Collison-Morley (Los Borgia, 1982), y la Historia General de Navarra, de Jaime del Burgo, de quien he tomado datos sobre su muerte. Respecto al devenir de la familia Borja-Borgia, puede consultarse http://sites.google.com/site/diarioborjaborgia/

Octubre 2007

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© Javier Hermoso de Mendoza