Arellano

     Pueblo, Linaje Ramírez de Arellano, Señorío de Cameros

Situado en el piedemonte meridional de Montejurra (La Solana), a 662 metros de altitud su caserío, el pueblo de Arellano es cuna del linaje de su nombre, cuyo miembro más importante fue Juan Ramírez de Arellano, Señor de Cameros (La Rioja), que sucesivamente prestó servicio a los reyes de Navarra, Aragón y Castilla, en cuyos reinos tuvo vasallos. En el término del pueblo se encuentra el asentamiento romano de la Villa de las Musas (de él hablaré cuando toque el tema de la romanización), cuyo mosaico más importante, de hacia el año 300 d. C., desde 1945 se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.



El nombre del pueblo es una evolución del nombre latino Valerius y el sufijo -ano, que denota propiedad, por lo que se puede decir que en aquellos lejanos tiempos de la romanización Arellano fue un lugar propiedad de un romano -o romanizado- llamado Valerius. Situado en la vertiente meridional de Montejurra, su término municipal, estrecho y alargado, va desde los abarrancados terrenos situados a 600 metros de altitud, hasta una zona llana situada a 440 metros. En el suelo cultivado (el 87%) encontramos, fundamentalmente, el típico cultivo mediterráneo: cereal, vid y olivo. La ganadería, históricamente estuvo confinada a la facería de Arambelza (valle negro), que comparte con los municipios de Arróniz y Dicastillo. La fotografía está tomada desde el torreón medieval.

Durante el siglo XIV, un «grupo privilegiado de la alta nobleza consiguió integrarse en sociedades políticas distintas de la de su reino de origen, y ocupar posiciones preeminentes, a veces incluso simultaneando el servicio a varios monarcas».

Fue la Corona de Castilla la que mayor atracción ejerció sobre los nobles de Francia, Portugal y Navarra, «siendo muchos los de origen navarro que terminaron integrándose en la sociedad política castellana, llegando a ocupar posiciones de relieve en su seno» (Máximo Diago Hernando).

Entre ellos destaca Juan Ramírez de Arellano, que pasó a prestar servicio, a veces de forma simultánea, a los reyes de Navarra, de donde era originario, de Aragón, y de Castilla, donde terminó afincada la familia.

Personaje que Lope de Vega escogió como protagonista de su comedia Los Ramírez de Arellano, publicada en 1641 y basada en la Crónica de (el canciller) López de Ayala.



Una torre defensiva de hacia 1100 destaca en el caserío. Restaurada en 2004 con un presupuesto de 111.828 euros, desde su plataforma superior se ve una magnífica panorámica del pueblo, La Solana y la Ribera estellesa.

Nacido probablemente en Estella en el segundo cuarto del siglo XIV, Juan Ramírez era hijo primogénito de Ramiro Sánchez de Arellano, alcalde de Estella, señor del palacio de Montonia (?) y de Arellano, Allo y Uxne (?), y de Elvira Aznares, ricahembra del reino de Aragón.

Como ricohombre participó en las ceremonias de coronación (1350) de Carlos II el Malo, rey de Navarra, y a partir de entonces inició una estrecha colaboración con el monarca, quien le encargó varias misiones diplomáticas, como la concertación con los castellanos de una hermandad entre los pueblos fronterizos (1350).

Ese mismo año y el siguiente era alcaide del castillo mayor de la ciudad del Ega (su hermano Ramiro lo fue en 1367, y en 1353 figuraba como merino de Estella.



El grabado nos muestra a Carlos II el Malo, rey de Navarra, en presidio. Colgados de la pared vemos las armas de Navarra y de los Evreux, linaje al que pertenecía el monarca.

El año 1355, Carlos II el Malo, activo participante en la Guerra de los Cien Años que asoló el noroeste de Francia, luchaba por la posesión del condado de Angulema y varias castellanías que por herencia de su padre le pertenecían, y que el rey francés había entregado al condestable Carlos de España, esposo de Margarita de Blois e hijo de Fernando de la Cerda y Blanca de Francia.

Apresado el rey navarro en una escaramuza, logró la libertad en condiciones humillantes, lo que motivó que Juan Ramírez y otros caballeros navarros vengaran la injuria asaltando el castillo de L´Aygle, en Normandía (este castillo fue posesión de la madre de Sancho VII el Fuerte de Navarra, y de sus armas tomó el águila explayada que utilizó como emblema), matando (1354) a Carlos de España mientras dormía.

En recompensa, Juan Ramírez recibió a perpetuidad (1365) el pueblo de Arellano, cuya población había quedado reducida en un 85% por la peste de 1348.

Dos años después participó en otra expedición a Normandía, recibiendo, entre otras mercedes, y a perpetuidad, las primicias que disfrutaba en Allo y Dicastillo.



Con 206 personas censadas en 2008, el casco urbano se divide en los Barrios Alto (en torno a la iglesia) y Bajo (a la izquierda), ambos de trazado medieval. En el Alto abundan las casas de los siglos XVII y XVIII, muchas de ellas con blasones de la misma época, mientras que en el Bajo vemos edificios de comienzos del siglo XVI, con grandes portalones, ventanas de arquillos conopiales y decoración de bolas de estilo Reyes Católicos. En la fotografía, el pueblo visto desde la ermita de Uncizu.

A partir de entonces Juan Ramírez de Arellano ocupó uno de los más destacados e influyentes lugares en la Corte navarra, figurando en los documentos como Mariscal del Reino, y alcanzando su cénit cuando en 1360 participó como delegado de Carlos II en la negociación del tratado de Bretigny.

Pronto declinó su estrella, y tras haber sido acusado injustamente por Carlos II, se desnaturalizó (1362) del rey y reino de Navarra, con sus parientes, criados y vasallos.

No está claro el motivo. Parece ser que fue por el hecho de que Juan Ramírez era uno de los principales consejeros del rey aragonés Pedro IV el Ceremonioso, por el que apostó cuando fue atacado por una alianza de Castilla y Navarra.

Alianza, firmada en Estella (1362), en la que Ramiro Ramírez de Arellano, su hermano, actuó como procurador del monarca navarro, y Juan Ramírez firmó como testigo.



Portalada que da acceso al patio del palacio de los Ramírez de Arellano. Estuvo considerado como de cabo de armería, y el linaje de los Arellano aparece vinculado al señorío de la localidad desde el siglo XI. Según el libro de Armería del Reino de Navarra, su primitivo escudo era partido, de plata y gules. En la actualidad, sobre la puerta del muro que lo rodea vemos un escudo cuartelado: primero, tres rejas; segundo y tercero, un rastrillo; cuarto, partido de los Arellano.

Muy hábil en sus relaciones con los monarcas, siguió colaborando y en buenas relaciones con Carlos II, del que recibió importantes favores para él, su hijo, y aquellas personas a las que recomendó. Y el mismo servicio prestaba al rey de Aragón, del que recibía igual consideración e importantes beneficios.

Por ejemplo, el año 1363, Juan Ramírez, que participaba con sus tropas en la guerra que el rey de Aragón tenía contra Pedro I de Castilla, aportó gentes de guerra para que acompañaran a las del rey navarro en su lucha contra el aragonés.

Y, en su condición de enlace reconocido por las partes, participó activamente en las relaciones entre Navarra y Aragón, actuando como garante en el acuerdo que ambos reyes firmaron en Sos (1364), en el que, como garantía adicional, se estableció que varios hijos de ricoshombres navarros, entre ellos, los de Juan Ramírez, fueran entregados en rehenes.



La iglesia y el palacio de los Ramírez de Arellano. Imagen tomada desde el torreón medieval. Antiguo lugar de señorío, en 1071 Sancho Garcés IV donó la iglesia de Santa María (hoy de Uncizu) a Mancia Ortiz, con la condición de que a su muerte pasara al monasterio de Irache, que en años sucesivos incrementó sus posesiones con la adquisición de collazos. No eran los de Irache los únicos que tenían propiedades en el pueblo. Algunos collazos pertenecían (1226) a Pedro Garcés de Arróniz, y otros fueron confiscados (1280) a Gonzalo Ibáñez de Baztán. El monasterio de Iranzu, por su parte, los recibió (XIII) mediante una donación de collazos (en la Edad Media, los collazos eran una especie de siervos que cultivaban las tierras de un Señor, al que pagaban tributos. Formaban parte inseparable de las tierras que cultivaban, y con ellas se vendían o donaban).

Su capacidad para actuar a la vez en varios escenarios, y la privilegiada relación que tenía con monarcas que guerreaban entre sí, a los que de forma simultánea prestaba servicio, parece indicar que Juan Ramírez de Arellano se comportaba a veces como un capitán de mercenarios al estilo de Bertrand Du Guesclin y otros muchos que había en Francia.

No debemos olvidar que parte de su actividad militar la había desarrollado en Normandía y otras posesiones francesas del rey navarro, en las que las tropas mercenarias se movían como pez en el agua, vendiéndose al mejor postor y convertidas en agentes principales de las guerras que enfrentaban a los reyes y señores.



La primera mención al apellido Arellano la tenemos en una escritura fechada en 1217, en la que se cita como testigo a Miguel de Arellano. A consecuencia del asalto a la judería de Estella en 1328, y matanza de sus habitantes, fueron apresados en el castillo de Estella, entre otros, Ferran Ibañes de Arellano, caballero; y Remiro Sánchez de Arellano, escudero, hijo de Marín Sánchez de Arellano. Es probable que estos Arellano pertenecieran al mismo linaje que los Ramírez de Arellano, uno de los cuales, de nombre Sancho, acompañó a Teobaldo II en la Cruzada a Túnez (1270).


También Enrique de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI de Castilla, hermanastro de Pedro I el Cruel, y futuro rey de la nación castellana, guerreaba como capitán de mercenarios ayudando al rey de Aragón en el enfrentamiento que tenía con el de Castilla.

Y como corresponde a personas que conviven en el campo de batalla, entre Enrique de Trastámara y Juan Ramírez de Arellano se estableció una estrecha relación de camaradería que duró sin fisuras toda la vida, llevándole a apostar sin reservas por el bastardo castellano cuando éste guerreó para arrebatar la corona a su hermanastro.

Esta apuesta, que inicialmente era muy arriesgada, resultó sumamente provechosa para el navarro, hasta hacer de su linaje uno de los más importantes de Castilla.



La casa palaciega de los Armañanzas ocupa una manzana. En todas sus puertas luce el escudo del linaje. En el superior izquierdo leemos: «Armas del palacio de Armañanzas». La verja también corresponde al edificio.

En 1366, Enrique de Trastámara, con la ayuda de las Grandes Compañías (formadas mercenarios bretones, gascones, franceses, ingleses y navarros, principalmente) que dirigía Bertrand Du Guesclin, tropas aragonesas, y las huestes de Juan Ramírez de Arellano, derrotó a Pedro I el Cruel, que se vio obligado a huir a Francia en busca de ayuda.

Estas Grandes Compañías, que durante la guerra de los Cien Años sembraron el terror en Francia (en Barbastro, saquearon el pueblo e incendiaron la iglesia, donde murieron las doscientas personas que se habían refugiado), engañadas por el rey francés, deseoso de alejarlas de sus posesiones, llegaron a España pensado que venían a luchar contra los moros, por lo que en sus banderas colocaron una cruz blanca; hecho por el que pasaron a ser denominadas Compañías Blancas.



Estatua ecuestre de Bertrand Du Guesclin, en Dinan, preciosa ciudad amurallada de la Bretaña francesa.

El nuevo rey (Enrique II), en recompensa a la colaboración que le había prestado Juan Ramírez, le dio (1366) el extenso Señorío de Cameros (La Rioja) que había pertenecido a Juan Alfonso de Haro, uno de los más influyentes nobles del reino de Castilla en las primeras décadas del siglos XIV, muerto sin descendencia masculina.

Fue un claro ejemplo -dice Esther González Crespo- «de sustitución de las viejas familias por linajes de una nobleza inferior, e incluso de origen extraño al reino, el cual marcará con huella profunda el cambio de dinastía que se opera en Castilla».



Vista parcial de Villoslada de Cameros.

Respecto a la importancia del Señorío de Cameros, la misma autora nos dice: «situado en la zona de transición que separa Soria de La Rioja. Fue, junto con los señoríos de Vizcaya y Molina, uno de los de carácter territorial más continuo y homogéneo que encontramos en la vieja Castilla. Poseía una gran importancia estratégica por su posición vecina a la raya de Aragón, lo que le permitía ser considerado como territorio fronterizo. Castilla además se asomaba al Valle del Ebro por esta zona y entraba en colisión con Navarra, Aragón y el País Vasco».



Estatua yacente del Príncipe Negro que corona su tumba en la catedral de Canterbury, Inglaterra. Foto themaskedlady.blogspot.com.

Para consolidar el trono, y por mediación de Juan Remírez de Arellano, Enrique de Trastámara negoció con Carlos II de Navarra el acuerdo de Santa Cruz de Campezo.

En él, el rey navarro se comprometía a no autorizar el paso por su territorio del exiliado rey de Castilla, Pedro I, ni de su aliado Eduardo de Inglaterra, Príncipe de Gales (hijo del rey de Inglaterra, gobernaba la Guyena y el Pitou como un auténtico soberano, y debido al color de su armadura fue conocido como Príncipe Negro), quedando en garantía, como rehenes, el castillo de Laguardia, que se confió al arzobispo de Zaragoza Lope Fernández de Luna; el de San Vicente de la Sonsierra, puesto a cargo de Bertrand Du Guesclin; y el de Buradón, entregado a Juan Ramírez de Arellano, que, según el canciller Ayala, aunque «era caballero de Navarra, amaba servir al rey Don Enrique e era con él en esta guerra». Como contrapartida, Carlos II recibiría la plaza de Logroño.



Escena de la batalla de Nájera en las Cròniques de Froissart (1338-1410), Bibliothèque Nattionale de París. A la derecha están las tropas de Enrique de Trastámara, en las que luchaba Juan Ramírez de Arellano; a la izquierda, las del Príncipe Negro.

Pero el rey navarro, deseoso de obtener mayores ganancias, no cumplió el acuerdo, permitiendo el paso de Pedro I el Cruel (para resarcirse de los desmanes que ocasionaran las tropas, recibiría doscientos mil florines así como las tierras de Guipúzcoa, Álava, la ciudad de Calahorra y las villas de Logroño y Navarrete) y las tropas mercenarias del Príncipe Negro (a cambio de su intervención, el rey de Castilla, entre otras cosas, le ofreció el señorío de Vizcaya), a las que se incorporaron 300 lanzas de Carlos II de Navarra.

Entablada batalla en Alesón, cerca de Nájera, Enrique de Trastámara fue completamente derrotado, huyendo a uña de caballo hasta llegar a Francia por Somport.

Du Guesclin tuvo que rendir su espada al Príncipe Negro, y Juan Remírez fue apresado por las fuerzas inglesas, recobrando la libertad después de entregarles cien mil florines.



En el centro de la Corona Imperial del Estado, con la que se coronan los monarcas ingleses, el gran rubí rojo que pertenecía al tesoro de Nuestra Señora de Nájera, y que Pedro I el Cruel regaló al Príncipe Negro.

Haciendo honor a su sobrenombre el Cruel, Pedro I se vengó con los prisioneros que cayeron en sus manos, y ejecutó en las villas y ciudades a cuantos habían apoyado la causa de su hermanastro.

Tampoco cumplió los compromisos contraídos con quienes le habían apoyado, por lo que el Príncipe Negro regresó a Francia llevando consigo un precioso rubí que formaba parte del tesoro de la Virgen de Nájera y hoy ocupa el lugar central de la Corona Imperial del Estado con la que son coronados los reyes de Inglaterra.



En el extremo del barrio alto vemos un portalón que daba acceso a un edificio desaparecido, y sobre el que había un escudo que hace varias décadas se vendió y abandonó el pueblo. En una de sus piedras vemos el grafiti del recuadro, del que hay tres en el pueblo, y, hasta la fecha, se han localizado 40 en Navarra y el arciprestazgo de la Valdonsella, dependiente hasta fechas relativamente frecuentes al obispado de Pamplona. Fuera de este ámbito, uno sólo en Andaluz (Soria). Fotografía de todos ellos se puede ver en http://elpasiego.foroactivo.com/t57-lignum-crucis-grafiti

Conocido el resultado de la batalla, Carlos II se apresuró a recuperar los castillos dejados en rehenes, consiguiéndolo en los casos de Laguardia y San Vicente, y fracasando en el de Buradón, defendido por el alcaide designado por Juan Ramírez mientras éste estaba prisionero.

La segunda entrada de Enrique de Trastámara en Castilla, apoyado por el ejército del duque de Anjou, le fue más favorable, y casi todas las ciudades, hartas de la crueldad de Pedro I, se le entregaron sin lucha.

Y cuando Pedro I, sitiado en Montiel, intentó huir, acudió engañado a la tienda de Du Guesclin, donde encontró a su hermanastro, que lo asesinó.



Sobre el apellido Ramírez de Arellano, Gil Ramírez de Arellano (nacido en 1400, descubrió en el convento de Santa Clara del pueblo de Vivar el Poema del Mío Cid, y en el archivo de la catedral de Burgos la Carta de Arras del Cid), intentando darle lustre, dice proceder de García Ramírez el Restaurador, rey de Pamplona, fallecido el año 1150, e hijo de Ramiro Sánchez, señor de Monzón y Logroño, y de Cristina Rodríguez, hija de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

Su vinculación con Castilla no tuvo efectos en Aragón, pues a pesar de que el rey castellano no entregó al aragonés las tierras que le comprometió cuando luchaba por alcanzar la corona, Juan Ramírez continuó siendo reconocido como camarlengo y consejero, lo que facilitó que en varias ocasiones fuera enviado para negociar la paz.

Esta privilegiada relación se rompió coincidiendo con la reconciliación entre Pedro IV y Enrique II. El motivo fue el acuerdo entre Enrique II y Bertrand Du Guesclin, mediante el que a cambio de la considerable cantidad de 240.000 doblas renunciaba a los señoríos que le había prometido en Castilla.

Como el monarca castellano no disponía de tanto dinero, para garantizar su pago entregó en rehenes a varios primogénitos de ricoshombres, entre los que se hallaba el de Juan Ramírez.

Llevados a Aragón (1375) para que los custodiara Pedro IV, el hijo de Juan Ramírez se escapó, por lo que el rey aragonés se vio obligado a pagar a Bertrand du Guesclin quince mil francos de oro.

Considerando una grave afrenta la huída, Pedro IV confiscó los bienes que los Arellano tenían en Aragón, y ahí acabó la relación entre ambos.



Los dos escudos inferiores corresponden a la casa de la fotografía anterior.

La llegada del Trastámara al trono de Castilla benefició a Juan Ramírez, que consolidó y amplió sus posesiones en aquel reino. Y tras un periodo de equilibrio entre su fidelidad a los monarcas navarro y castellano, Juan Ramírez, que había asistido a la coronación de Enrique II de Trastámara, rompió definitivamente (1378) con Carlos II cuando Navarra fue invadida por tropas castellanas.

Sucedió que Juan Ramírez, como procurador del rey castellano, concertó con Juan Cruzat, representante del navarro, las treguas de Montblanch, mediante las que Navarra entregó a Castilla la fortaleza de Zaldiarán y las villas de Santa Cruz de Campezo y Contrasta, desligando a Juan Ramírez y a sus moradores del homenaje debido al rey navarro.



En la parte alta del pueblo está la iglesia de San Román, de hacia 1200 e influencia cisterciense. Hundida en el siglo XIV, en los escombros se perdieron objetos religiosos por valor de 400 florines, rehaciéndose, con un costo de 1.500 florines, según tipología procedente del Midi francés. La torre de tres cuerpos y rica decoración, y el pórtico, ambos de estilo barroco, datan del siglo XVIII. En la fotografía, vista desde la ermita de Uncizu.

El rey de Francia, en guerra con el de Navarra y aliado del de Castilla, logró que Enrique II rompiera el acuerdo, y le animó a que atacara a Carlos II para apoderarse de su reino.

El monarca navarro, viéndose entre la espada y la pared, tuvo que aceptar el absurdo de someter al arbitrio del Papa y del rey Francés las diferencias que surgieran entre Castilla y Navarra.

Pero en vez de buscar el apaciguamiento, los navarros se dedicaron a ziriquiar a los castellanos haciendo correrías por sus territorios, llegando hasta Soria, de donde trajeron prisioneros y ganado.

Por entonces, Carlos II de Navarra jugaba en Francia (y también en Castilla) con dos barajas: mientras envía a su hijo Carlos a negociar con su tío el rey Carlos V de Francia, tiene tratos secretos con Eduardo III de Inglaterra, en guerra con el francés, y urde una estratagema para envenenar a su cuñado el rey de Francia.



Una de las casas luce un escudo del apellido de quien estas letras escribe.

Éste, no fiándose de Carlos II, apresa en París a una comisión navarra que se hallaba de paso, y sometidos Jaques la Rue y Pierre du Tertre a tormento, confiesan el complot, así como los tratos que el rey navarro tiene con el alcaide de Logroño para que le entregue la plaza.

El rey de Francia, airado, apresa a los infantes navarros y se apodera de todas las plazas que Carlos II tenía en Normandía, a excepción de Cherburgo, puerto de desembarco de las fuerzas inglesas, que entonces la ocupaban. Comunica al de Castilla el asunto de Logroño, y éste se prepara para atacar Navarra.

El infante Juan de Castilla, guiado por Juan Ramírez y su hijo, al que el rey navarro había apadrinado el año anterior, se presentó (1378) ante San Vicente de la Sonsierra con un ejército de 4.000 caballos, numerosa infantería y unidades de ballesteros y lanceros guipuzcoanos.



La familia de Arellano que puso este escudo en la fachada de su casa era de origen guipuzcoano. Como era habitual en las gentes de ese origen, careciendo de armas propias, y considerándose de hidalguía universal, cuando se establecían en Navarra colocaban las armas de la provincia de Guipúzcoa: un rey sentado (Alfonso VIII de Castilla), los doce cañones que cogieron a los navarros en la escaramuza de Velate, y tres árboles sobre unas ondas marinas.

Lo cuenta Fulgosio: en el ejército castellano había «muchos peones guipuzcoanos, viscainos y alaveses, con ballestas y lanzas (...), arrasaron la tierra (...) y volvieron victoriosos a Castilla no sin perder (...) al adelantado mayor de Guipúzcoa, Ruy Díaz de Rojas».

No pudieron tomar la plaza y, esquivando la zona de Estella, mejor defendida, el ejército castellano saqueó Larraga, Artajona y otros pueblos, incendió el castillo de Tiebas, reduciendo a cenizas las escrituras más antiguas del Reino, y, poniendo sitio a Pamplona, permaneció un mes intentando su rendición.

Defendida por Roger Bernart de Foix, vizconde de Castelbon, mientras el monarca navarro permanece en San Juan de Pie de Puerto esperando tropas inglesas, Pamplona no se entrega, los castellanos se repliegan a La Rioja, y ponen cerco a Viana, que atacada con artillería, y después de heroica resistencia, se rinde en noviembre de 1378.



La iglesia tiene una nave compuesta de tres tramos desiguales, cabecera de cinco lados, y bóveda de crucería cuyos nervios apoyan en pilares suspendidos que descansan en ménsulas con mascarones de figuras humanas y hojarasca de labra ruda. El retablo mayor, de traza manierista, está fechado en 1651, y en sus relieves se recogen escenas de la Infancia de Cristo y de la vida de San Román. Las tallas de bulto son del XVII. Posee un retablo, barroco de 1680, dedicado a la Virgen del Rosario, y otro, del mismo siglo, formado por dos relicarios de San Veremundo. Completan la imaginería un Crucificado y un Ecce-Homo, ambos del XVI.

La situación del rey navarro es desesperada: se siente acorralado por Castilla; su primogénito está preso del rey de Francia; ha perdido todas sus posesiones francesas; parte del reino está ocupado por tropas castellanas; ha agotado su hacienda; y sus mejores colaborados han muerto o se han pasado a Castilla.

En estas circunstancias, envía a Ramiro Sanchiz de Arellano para  que negocie la paz en Castilla (en su casa de Estella, donde se hospedaba Carlos II, el año 1386 se reunieron los delegados que liquidaron las cuestiones pendientes de dicho tratado).

La logra con la firma del tratado de Briones (1379), mediante el que se subordinaba la política navarra a la de castellana, a la sazón aliada de Francia.



Este pueblo y Villatuerta se atribuyen el nacimiento de San Veremundo, abad de Irache, cuyas reliquias custodian por cuatrienios.

Las diferencias entre Castilla y Navarra serían sometidas al arbitraje del rey de Francia durante diez años. Rompería sus relaciones con Inglaterra, y despediría a los capitanes ingleses y gascones que le auxiliaban, para pagar a los cuales el monarca castellano entregaba al navarro veinte mil doblas con la garantía del castillo de Laguardia.

Además, entre otras muchas condiciones, Carlos II devolvería los bienes de los navarros que se habían pasado al servicio de Castilla, a excepción de los de Juan Ramírez; entregaría en rehenes los castillos de Tudela y San Vicente de la Sonsierra, y daría el de Estella a Ramiro Sanchiz de Arellano, que debía desnaturalizarse del rey navarro (con la llegada al trono de Carlos III, Ramiro Sanchiz negoció en Castilla de devolución de las fortalezas).
En la práctica, la firma del tratado de Briones es el reconocimiento del fracaso de todas las empresas bélicas que el rey navarro había desencadenado en Francia y en la península.

Como reacción, y considerado una traición el apoyo de Juan Ramírez de Arellano a Castilla, el rey navarro confisca sus bienes. Pérdida compensada con creces con las propiedades, honores y rentas que recibió de Enrique II de Castilla, al que siempre sirvió con absoluta fidelidad.



Otra de las casas palacianas de Arellano.

El hecho de que dos miembros del mismo linaje estuvieran en posiciones aparentemente enfrentadas, parece indicar que quisieron jugar ambas cartas para así beneficiarse de las oportunidades que se les ofrecieran.

Así, cuando falleció Juan, su hermano Ramiro, que oficiaba de chambelán del rey navarro y merino de Estella, se hizo cargo del Señorío de Cameros.

Este hecho tampoco rompió la relación que los Arellanos venían teniendo con los monarcas navarros, y Carlos III el Noble de Navarra le dio a Carlos Ramírez de Arellano, heredero de Juan Ramírez, una asignación que le recompensara por las rentas que su abuelo había poseído en Navarra, que en aquellos momentos estaban en poder de Carlos de Beaumont.

Carlos Ramírez de Arellano, por su parte, conservando la fidelidad que debía al rey de Castilla, como vasallo y súbdito (1406) prestó homenaje a Carlos III de Navarra.

 


En la Edad Moderna el pueblo de Arellano pasó al Condado de Lerín, y la duquesa de Alba nombraba los alcaldes mayores hasta que al desaparecer el Antiguo Régimen se constituyó en ayuntamiento independiente.

Y para evitar que sucediera como en el pasado, una cláusula establecía que en caso de conflicto entre Navarra y Castilla, Carlos de Arellano, mientras duraran las hostilidades, entregaría al rey navarro las plazas que poseía en su reino.

Asimismo, para afianzar las relaciones se acordó el matrimonio de Teresa de Arellano con Godofre de Navarra, hijo bastardo de Carlos III que llegó a Mariscal del reino y recibió el título de conde de Cortes (el año 1533 fue convertido en marquesado).

Como dote, Teresa aporto todos los lugares, villas, castillos, heredades, derechos y rentas que poseía su padre en el reino de Navarra, además de 10.000 florines de oro. El rey navarro obsequió a la pareja con una corrida de toros.

A la muerte de Carlos III, Godofre cayó en desgracia de Juan II de Aragón, rey consorte de Navarra, viéndose obligado a pasar a Castilla, donde se pierde su rastro.

Entonces, con el pretexto de pagar a Teresa Ramírez de Arellano las cantidades que se le debían en concepto de dote, y para su sostenimiento, el rey consorte confiscó los bienes de Godofre, que entregó a su hijo natural Alonso de Aragón.

Blanca, hija y heredera de Teresa Ramírez de Arellano, figura a partir de entonces con el apellido de la madre. Falleció hacia 1442, y no me consta que dejara descendencia.



Arriba a la izquierda, el escudo del palacio (no parece el original, pues el Libro de Armería del Reino de Navarra lo describe partido de plata y gules, a lo que hay que añadir que desde finales del siglo XV, las principales ramas de la familia, establecidas en Castilla, las cargaban con tres lises); a su derecha, escudo con la leyenda «Armas de Irañeta y del palacio de Moreda»: Abajo, otros dos escudos del pueblo. El de la derecha lleva una leyenda que no he logrado leer.

A su muerte, Juan Remírez de Arellano legó a su nieto (su hijo Juan había muerto en la batalla de Aljubarrota) Carlos la casi totalidad de los bienes que tenía en Castilla, y a su segundo nieto varón, Juan, el lugar, castillo y torre de Dicastillo con sus palacios y heredades; los lugares y rentas de Arellano, Allo, Lerín, Subiza, Lodosa; la heredad y casas de Cárcar y Lodosa, el palacio de Olite, «e otros bienes y heredamientos que yo he en el reino de Navarra, salvo aquellos que mando a mi hermano Ramiro Sánchez, y las rentas que dejo para las capellanías en Dicastillo».

Su hermano Ramiro, que en aquellos momentos ocupaba una influyente posición en la Corte navarra, recibió los lugares de Ibiricu, San Costameano (?), Muzqui, y Zarando (?), la mitad de Erendazu, además del usufructo en vida del castillo y torres de Dicastillo con sus pechas y derechos.



El arco de la portada se compone de cinco arquivoltas sobre columnas de capiteles corridos a base de hojarasca, arpías y cabezas.

A los hijos de Fernán López de Baquedano les legó un palacio que había comprado en Améscoa (ignoro que relación hubo entre ambos linajes).

Para el reposo de sus restos eligió la capilla de san Medel y Celedón (santos Emeterio y Celedonio, a los que está dedicada la iglesia de Dicastillo), en la catedral de Calahorra, en la que colocó las armas de Arellano y Subiza.

Y ordenó que a la misma iglesia se trasladaran los restos de su hermano Pedro, de su primo Ramiro, y de su hijo Juan.

Con esta medida dejaba claro el deseo que su familia arraigara en tierras castellanas.



Los dos escudos superiores llevan leyenda: «Armas de los Urabaynes»; Armas de Eulate.

Resumiendo el avatar de Juan Ramírez de Arellano, en palabras de Máximo Diago Hernando, de quien procede la mayor parte de la información que he utilizado,  «fue capaz de integrase en las sociedades políticas de tres de los cuatro reinos cristianos en que estaba dividida la Península Ibérica en el siglo XIV, ocupando en su seno posiciones de primera fila (...) por deseos de promoción personal (...) Sus cambios de residencia no fueron acompañados en ningún caso de una inmediata desvinculación del reino abandonado. Por el contrario (...), destacó (...) por su habilidad para ganarse la confianza de los mismos».



Amplio portalón, de grandes dovelas, y escudo.

Carlos Ramírez de Arellano llegó a ser Alférez Mayor del pendón de la Divisa de Enrique III, y Alférez Mayor del Infante Fernando de Antequera, participando en las Cortes de Guadalajara (1408) como uno de «los grandes destos Reynos».

Rehén en 1388 del duque de Lancaster, desde 1407 acompaña al Infante Fernando en sus correrías por Andalucía. Herido en la toma de Antequera (1410), año siguiente entra en Aragón con mil quinientas lanzas, y muere en Zaragoza (1412) cuando acompañaba al Infante Fernando a recoger la Corona del Reino de Aragón.



Restos de pinturas góticas en la iglesia de Arellano, pintadas por Diego de Cegama.

Juan Ramírez de Arellano III, hijo de Carlos, fue uno de los ricoshombres del tiempo de Juan II y Enrique IV, y, como su padre, Alférez Mayor del Pendón de la Divisa.

A su boda (1430) con Isabel Enríquez, asistió el rey, y en 1470 obtuvo la facultad de fundar un mayorazgo para su segundo hijo, incluyendo en él las villas de Ausejo, Arrúbal, Alcanadre y Murillo de Río Leza.

Su primogénito Alonso Ramírez de Arellano, IV Señor de Cameros, obtuvo el título de Conde de Aguilar de Inestrillas (años más tarde el título alcanzó la dignidad de Grande de España).

Fue Guarda Mayor de Enrique IV y Capitán de las fronteras de Aragón y Navarra. Casó con Catalina de Mendoza, hija de Diego Hurtado de Mendoza, I duque del Infantado.

Carlos de Arellano, II Conde de Aguilar y V Señor de Cameros, ayudó a Juan de Albret y Catalina de Foix, reyes de Navarra, contra Luis de Beaumont, conde de Lerín, recibiendo (1507) los quarteles y alcabalas de la villa de Arellano.

Dos siglos después (1731), García Ramírez de Arellano y Navarrete obtuvo de Felipe V el título de marqués de Arellano.



Próxima al pueblo está la ermita de Uncizu, construida en el siglo XVI  y reformada en el XVIII. Tiene planta de cruz latina, y se cubre por bóvedas de medio cañón en el tramo central, y de media naranja en el ábside. Durante la Primera Guerra Carlista, formando parte del bastión defensivo de Estella, el pueblo sufrió varios saqueos e incendios, y la ermita, utilizada como fortín, resultó seriamente dañada. En ella se guarda una talla de la Virgen (XIV), y en sus muros se encontró una ara votiva de hacia el 200 d. C. dedicada a Júpiter Apenino. En Tierra Estella se cantaba: «En Lerín está la Blanca / y en Arellano está Uncizu, / en Dicastillo esta Nieva, / pero en Allo el Santo Cristo».

En diciembre de 1512, conquistada Navarra, Fernando de Aragón nombró capitán general de Navarra a Diego Fernández de Córdoba y Arellano, alcaide de los Donceles y marqués de Comares. Aunque en el nombramiento no se cita la palabra virrey, fue el primero que de facto ejerció ese cargo.

Otros Arellano que ejercieron de virreyes en Navarra, fueron Felipe Ramírez de Arellano y Zúñiga, conde de Aguilar (1618), e Íñigo de Velandía-Arce y Arellano (1681).

Pasaron los años, y el 28 de octubre de 1600 las Cortes navarras intentaron la creación de una universidad en Navarra, para lo comisionaron a tres personas entre las que se encontraba Carlos Ramírez de Arellano, señor de las villas de Sartaguda y Arrúbal.

Este mismo personaje realizó gestiones ante la corte de Felipe III para que interviniera ante la Santa Sede a favor de que constituyera el obispado de Tudela. Así mismo, participó en las negociaciones con Francia para establecer la frontera.

La relación de Navarra con Los Cameros no termina con esta familia. De origen navarro es la familia de Amalio de Marichalar y Bruguera, VIII conde de Ripalda, casado con María de la Concepción Sáenz de Tejada y Fernandez de Bobadilla, perteneciente al Solar de Tejada, en la Sierra de Cameros.



Casa con blasón y ventana gótica.

Cuando acabada la guerra de la Independencia se constituyó (1813) la Diputación Provincial de Navarra, fue elegido presidente el jefe político Miguel Escudero Remírez de Arellano, corellano de nacimiento, que favoreció la reacción absolutista que permitió que el rey Fernando VII recuperara plenamente sus facultades regias en detrimento de lo establecido por la Constitución de Cádiz.

Luis Daban Ramírez de Arellano, nacido en Pamplona en 1841. Ascendido a teniente general (1881), al frente de su brigada se efectuó la proclamación de Alfonso XII en Sagunto.

Otro corellano, José María Arellano Igea, gobernador civil de Huelva cuando llegó la 2ª República. defendió ante los tribunales a la Junta Política de Falange Española, y con Franco en el poder, ejerciendo como Gobernador Civil de La Coruña, como muestra de su talante firmó en 1937 el siguiente escrito:

«El nombre de Santiago Casares Quiroga (uno de los presidentes de la República) será borrado de todos los Registros, siendo indigno de figurar en el Registro oficial de Nacimientos, que se lleva en el Juzgado Municipal, instituido para seres humano y no para alimañas, (...) obligado homenaje a la España Una, Grande y Libre de Franco. En el acta del Colegio de Abogados y en cuantos libros figure el nombre repugnante de Casares Quiroga, deberá procederse, asimismo, a borrarlo, de forma que las generaciones futuras no encuentren más vestigio suyo que su ficha antropométrica de forajido...».

Como contrapunto a este gobernador civil, de Arellano era Fortunato Aguirre Lúquin, militante del PNV y alcalde de Estella el 18 de julio de 1936, fusilado junto al cementerio de Tajonar la víspera de San Miguel de ese año.

Nota: Un lector me pasa un aviso sobre Catalina de Erauso (1592-1650), conocida como La Monja Alférez. Según su testimonio, cuando abandonó el convento y vistió de hombre, el segundo señor al que sirvió fue Juan Idiáquez (antepasado, probablemente, del Duque de Granada de Ega), al que hurtó ocho doblones, «y con un arriero me mudé a Bilbao; allí me pasé un mes en la cárcel por una herida que hice a un muchacho. Cuando me soltaron me bajé a Estella, y allí fui paje de don Carlos de Arellano durante dos años. Cuando me cansé de aquella paz, me fui a Pasajes y desde allí, por mar, a Sanlúcar y Sevilla, y como grumete me embarqué para las Indias...»

Para saber más sobre los Ramírez de Arellano:
-Un noble entre tres reinos en la España del siglo XIV: Juan Ramírez de Arellano, de Máximo Diago Hernando, Príncipe de Viana nº 230.
-Los Arellano y el Señorío de Los Cameros en la baja Edad Media, de Esther González Crespo.
-Historia general de Navarra, de Ignacio del Burgo Torres.

julio 2011

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© Javier Hermoso de Mendoza